La comezón de oír llegó




El apóstol Pablo profetizó en el siglo I, lo siguiente: Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartaran de la verdad el oído y se volverán a las fábulas (2 Timoteo 4:3-4).

Ese tiempo ha llegado y cada vez se incrementan más las personas que se alejan de la verdad y abrazan la mentira. La simple mención de algún texto de las Escrituras les parece anticuado y les incomoda. Por tal motivo es común que la sana doctrina sea rechazada, los verdaderos hombres o siervos de Dios no solo no somos escuchados sino que somos odiados. Mientras que los líderes religiosos son escuchados cada vez por más, aplaudidos y admirados. Pero la Escritura dice: ¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas (Lucas 6:26) La razón es simple, no predican las Escrituras y lo poco que puedan hacer mención de ellas, las tuercen para su propia conveniencia y perdición (2 Pedro 3:16).

Miremos por ejemplo a Jorge Mario Bergoglio; Dante Gebel, Cash Luna, etc. Esto solo por mencionar a algunos, aunque hay muchísimos, ya la misma Palabra lo dice que se amontonarán maestros, es decir que habrán por montones y vaya que sí abundan en las sectas y denominaciones mal autodenominadas y mal llamadas cristianas. Algunos tienen audiencias de millones de personas, las cuales los escuchan porque estos dicen cosas que a ellos les gusta oír. Esta gente solo predica de la felicidad, el bienestar, la comodidad, la prosperidad, el placer, en sì, del ego o del culto al yo. Porque todo eso es conforme a sus propias concupiscencias. Pero ¿qué quiere decir esta palabra concupiscencias? esta palabra procede el griego epithumia, la cual denota un intenso deseo asociado a lo malo, que está listo para expresarse en una actividad corporal, producto de las emociones del alma incoherentes con la voluntad de Dios. 

Hablan bonito y sus mensajes son atrayentes porque enseñan filosofía humana, cuentan anécdotas, refranes y fábulas que entretienen y divierten. Algunos como este Dante Gebel y Cash Luna hasta montan un espectáculo estilo circo, donde la gente se entretiene y recibe lo que quiere oír. 

Estos supuestos “hombres de Dios” nunca van a predicar sobre el pecado, infierno, renuncia al yo, negación a la carne, señorío de Cristo, la ira de Dios y otras doctrinas que incomodan a la gente. Mucho menos dirán que sólo a Cristo se le debe llamar y tener por Pastor y Maestro (Juan 10:16, Mateo 23:8), que el sectarismo y las denominaciones religiosas son fruto de la carne (Gálatas 5:20)  y que en los templos religiosos no habita Dios (Hechos 17:24), etc. 

Y ahora más con esto de la ideología de género la tendencia es a hablar sobre un nuevo humanismo, en donde debe predominar el respeto y la tolerancia. Esto implica desde luego, según ellos, no emitir ningún tipo de comentario contrario a la preferencia de cada persona. La tendencia es a quedar bien con todos y a que cada quien sea feliz sin importarle los demás. Y por supuesto esta felicidad es la pasajera o mundana, producida por los deseos carnales. De ahí el surgimiento de todas las desviaciones sexuales, pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío (Romanos 1:26-27).

La gente quiere oír cómo alcanzar el éxito, todo lo referente al dinero; la fama, la popularidad, es lo atrayente. Y sobre eso van dirigidos todos los mensajes de estos predicadores. Por eso es que la concepción de Dios que presentan estas gentes es de un Dios que está siempre para todo lo que ellos quieran. Es una especie de auxiliador o superhéroe pero solo para las cuestiones materiales. El mensaje de la cruz, ha quedado en el olvido. Textos como: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame (Mateo 16:24). Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí (Gálatas 2:20). Buscad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor (Hebreos 12:14). Ya no se predican. En sí todo el evangelio ha sido reemplazado. 

La gente está entretenida con shows y espectáculos, el internet y las redes sociales han adormecido a la gente y por eso cada vez más ven las Escrituras como anticuadas u obsoletas. Y de ahí que los predicadores han aprovechado esas ventajas para proporcionales fábulas a las gentes. Es triste pero es la realidad y cumplimiento de las Escrituras. Estamos en los días previos a la segunda venida de nuestro Señor y todo está cumplido. Por eso Jesús dijo: Cuando venga el Hijo del hombre, ¿hallará fe en la tierra? (Lucas 18:8). La gente dejó la fe, que es sinónimo de búsqueda verdadera de Dios, la perseverancia en la doctrina y la santidad. La constancia en la oración y adoración en espíritu y verdad. 

Hoy abunda como nunca el pecado y esto es consecuencia de volverse a las fábulas, pues ya no hay reprensión por el Espíritu Santo porque este ha sido apagado (1 Tesalonicenses 5:19). ¡A tal extremo se ha llegado con esto de la comezón de oír!




Cristo y la familia no creyente


A lo largo de la historia la familia ha sufrido la división o separación porque una parte de ella no ha querido obedecer las enseñanzas de Jesús, un judío de Nazaret, que más que un hombre reconocido por la historia es Dios hecho carne (Isaías 9:6, Filipenses 2:5-6).
Jesús experimentó en su misma carne el rechazo por su misma familia, pues ni aún sus hermanos creían en Él (Juan 7:5).
Jesús mismo lo dijo: No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa (Mateo 10:34-36).
El culpable de todo esto no es Jesús, es el ser humano que no ha querido obedecerle. De ahí que incluso han existido padres entregando a sus hijos y familias enteras aborreciendo a sus miembros porque estos siguen a Jesús. Así ha sido en el pasado y seguirá siendo así en el futuro.
Mas seréis entregados aun por vuestros padres, y hermanos, y parientes, y amigos; y matarán a algunos de vosotros; y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre (Lucas 21:16-17).
Sin embargo, los que amamos a Dios oramos que seamos tenidos por dignos de escapar de todo eso.
Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre (Lucas 21:36).
Por lo que creemos firmemente que Dios nos librará de todo esto horrendo a través del arrebatamiento.
Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor (1 Tesalonicenses 4:16-17).
Eso será lo más glorioso para el creyente, encontrarse no solo con su Señor y Maestro sino con familia en la fe, que es la verdadera familia y la que cuenta por la eternidad.
Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre (Mateo 12:50).
Y reiteramos, no es culpa de Jesús ni nuestra el que suceda las separaciones entre las familias sanguíneas. Por nuestra parte sufrimos como Jesús sufrió por su pueblo que nunca quiso ser como Él tanto deseo.
¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que son enviados a ella! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus pollitos debajo de sus alas, y no quisiste! (Mateo 23:37).
Incluso como Pablo muchas veces hemos deseado ser malditos o separados de Cristo por amor a ellos. Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne (Romanos 9:3).
Lamentablemente no podemos hacer más, no podemos seguir a Cristo por ellos, la salvación es individual y depende de la decisión de cada uno (Ezequiel 18:20, Romanos 14:12). Dios los sigue esperando y si aún no ha venido es por amor a ellos y a todo el mundo.
El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento (2 Pedro 3:9).
Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad (1 Timoteo 2:3-4).


Las dos mentiras




En la actualidad el diablo está utilizando las mismas mentiras que utilizó al principio para engañar a la humanidad. ¿Se recuerdan de “No moriréis” (Génesis 3:4) y “Seréis como Dios” (Génesis 3:5)? Pues son las mismas mentiras que creyó Eva y las que la sociedad en general está manifestando creer con sus actitudes. Les diré cómo sucede o de qué manera se evidencia. 

No moriréis: La gente vive como que nunca fuera a morir. Se preparan para todo, menos para la muerte. Creen que la vida en la tierra a pesar de sus sufrimientos es tan única y maravillosa que se aferran a ella como que en verdad nunca fueran a morir. El hombre ha inventado distintos pasatiempos y entretenciones para hacer de este mundo todo un paraíso, incluso ha creado grandes estructuras habitacionales, parques y todo tipo de diversión, etc apantallando y jactándose de su grandeza. Es así como todo esto adormece la mente y la gente ignora la realidad de la muerte.

Seréis como Dios: El establecimiento de leyes que contradicen lo estipulado en la Palabra de Dios es una clara muestra de la prepotencia y soberbia del ser humano. Se ha creído competente para determinar cosas que Dios ya estableció. Como, por ejemplo, Dios ha dicho que el matrimonio es entre un hombre y una mujer (Génesis 2:24), pero el hombre dice que también es entre personas del mismo sexo, con animales, con la naturaleza o consigo mismo, etc. Dios dice: No matarás (Éxodo 20:13), pero el hombre dice sí se puede matar porque legaliza el aborto, la eutanasia, la pena de muerte, etc. 

Estamos en los últimos días y tal parece que la humanidad cada vez está más cegada (2 Corintios 4:4) y entretenida por estas dos mentiras que las ha aceptado consciente o inconscientemente y que la está arrastrando a la perdición eterna.