¿Quiénes son los verdaderos Testigos de Dios según su Palabra?
Para responder a esta
pregunta y no extendernos mucho, vamos a hacer un breve resumen con algunos versículos de los muchos que
podríamos citar.
Las Sagradas Escrituras o Palabra de Dios, también llamada Biblia por la gente, enseña que Dios se reveló a los hombres mediante dos grandes Pactos o Testamentos. Un primer o antiguo pacto y un segundo o nuevo pacto, que a su vez se les llama también antiguo testamento y nuevo testamento.
Primer pacto, Testamento, Antiguo Testamento
Si escudriñamos las Sagradas Escrituras,
veremos como Dios escogió a Moisés para liberar a su pueblo, los hijos de
Israel de la mano de los egipcios. En el libro de Éxodo capítulo 3, vemos como
Dios le dijo a Moisés:
Ven por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques
de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel (v. 10). En el versículo 13, dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les
digo: El Dios de nuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me
preguntaren: ¿Cuál es su nombre? ¿qué le responderé? Y respondió Dios a
Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así
dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros (v. 14). Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a
los hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de
Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado ha vosotros. Este es
mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos (v.
15).
Aquí vemos claramente como Dios el YO SOY EL
QUE SOY, da a su pueblo Israel por primera vez el nombre de Jehová o Yahvéh
según traducción.
Visto esto proseguiremos con
la pregunta de: ¿Quiénes son los verdaderos testigos de Dios? Ahora vamos a ver
qué enseña la Palabra de Dios en este primer Pacto o Testamento, de quiénes son
sus verdaderos testigos. En el libro del profeta Isaías, capítulo 43,
encontraremos la respuesta clara y contundente a esta pregunta, concretamente
en los versículos 10 y 12, donde dice:
Vosotros sois mis testigos,
dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y
entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después
de mí.
Yo anuncié, y salvé, e hice oír, y no hubo entre vosotros
dios ajeno. Vosotros, pues sois mis testigos, dice Jehová, que yo soy
Dios.
También podemos ver el
capítulo 44, versículo 8, donde dice:
No temáis, ni os amedrentéis; ¿no te hice oír desde la antigüedad, y te lo dije? Luego vosotros sois mis testigos. No hay Dios sino yo. No hay fuerte; no conozco ninguno.
Investigando este Antiguo Pacto podremos ver que no cabe ni un ápice de duda, ni otra posible interpretación de quienes son los únicos y verdaderos Testigos de Jehová, estos son los Israelitas. Y Jehová nunca les dijo que eran sus testigos como para que se denominasen así o crearan una organización o denominación, como por ejemplo y desgraciadamente sí han hecho los mal llamados así mismos testigos de Jehová, adulterando, torciendo o falsificando las Sagradas Escritura. Repetimos, solamente el pueblo de Israel fue tomado por Jehová Dios en el Primer Pacto como testigo suyo. Asumir tal atributo los gentiles es una auténtica herejía. Dicho esto, nos preguntaremos si aún al día de hoy los israelitas siguen siendo los verdaderos testigos de Jehová Dios.
En el libro del profeta Jeremías capítulo
31, versículos 31 y 32, leemos:
He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto: porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová.
En un pacto entre dos partes, si una de las
parte invalida el pacto, la otra queda libre pudiendo hacer un nuevo pacto. Así
que esto fue lo que hizo Jehová Dios, libre del pacto que hizo con su pueblo
Israel por éstos haberlo invalidado, profetizó como hemos leído que haría un
nuevo pacto. Cómo y el tipo de pacto que haría, lo aclara en los versículos 11
y 25 del capítulo 34, del profeta Ezequiel, diciendo:
Porque así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo, yo
mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré.
Y estableceré con ellos pacto de paz.
Así que Jehová, Dios mismo, vendría a establecer un nuevo pacto de paz. Y no como hizo en el primer pacto a través de la ley y los profetas, sino viniendo El mismo para llevarlo a cabo. ¡¡¡Aleluya!!!
Es en el libro del profeta
Isaías capítulo 7, versículo 14, donde nos dijo de qué manera iba hacer acto de
presencia entre los seres humanos, diciendo:
Por tanto, el Señor mismo dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel (Dios con nosotros).
Segundo Pacto o Testamento o Nuevo Testamento
Este acontecimiento de su venida, se cumplió cuando María dio a luz a su primogénito Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros (Mateo 1:23).
Haríamos bien en fijarnos que tanto en la
profecía de Isaías como en Mateo 1:25, los nombres que se nos da es Emanuel y
Jesús, pero en ningún caso Jehová. Podemos decir no solo por estos pocos
versículos que aquí exponemos, sino por un amplísimo contexto de las
Escrituras, que a partir de este importantísimo momento se comenzó a cumplir la
profecía de Ezequiel 34, donde Jehová el Dios de los israelitas iba a venir
para hacer un nuevo pacto de paz, y a
quien le llamarían Jesús. De la misma manera, podemos decir que es el inicio
del plan de Emanuel o Dios, que ya estaba con nosotros, para culminar ese nuevo
pacto de paz con la humanidad.
Ahora, la pregunta que cabe hacer es ¿En qué
consistía ese Nuevo Pacto de Paz? En Efesios 2:11-12, se nos dice:
Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los
gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada
circuncisión hecha con mano de carne. En aquel tiempo estabais sin Cristo, ajenos
a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.
Aquí se nos da a conocer, en qué estado nos
encontrábamos los gentiles durante ese tiempo del primer pacto que Dios hizo
con los de la circuncisión (israelitas), y a quienes les dio el nombre de
Jehová y el ser testigos suyos. Puntualizamos de nuevo, qué nosotros los
gentiles estábamos ajenos al antiguo pacto, sin esperanza Y SIN DIOS EN EL
MUNDO.
Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hecho cercanos por la sangre de Cristo. Porque Él es nuestra paz, que de ambos pueblos (israelitas y gentiles) hizo uno, derribando la pared intermedia de la separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; porque por medio de Él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre (Ef. 2: 13-18). Se recomienda leer el capítulo entero.
Creemos de verdad, que sobran las explicaciones de esto que acabamos de leer. En esto consistía el nuevo pacto de paz que Dios haría con la humanidad.
Donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos (Colosenses 3:11).
Es por esta cuestión que NO encontraremos el
nombre de Jehová ni tan solo una vez en el nuevo pacto, porque dicho nombre
está totalmente ligado a los israelitas en aquel antiguo pacto, donde los demás
pueblos nada tuvieron que ver. Y es a través de este segundo pacto, que el
mismo Dios (Emanuel) con el nombre de Jesús nos redimió con su sangre, y nos
reconcilió haciendo un solo pueblo, diciéndonos que: ...no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos
ser salvos (Hechos 4:12).
Volviendo a la pregunta del principio de
¿Quiénes son los verdaderos testigos de Dios? Responderemos con toda certeza y
seguridad que, en el primer pacto fueron los hijos de Israel los verdaderos
testigos de Jehová y solamente ellos. Pero venido Emanuel (Dios con nosotros),
tanto israelitas como gentiles fuimos hechos un solo pueblo, gracias al segundo
pacto por el sacrificio de Jesucristo. Así que, tanto judíos como gentiles;
israelitas o griegos, tenemos un solo nombre bajo el cielo dado a los hombres
el cual es Jesucristo, Dios y Padre de todos. Jesús dijo:
Y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en
Samaria, y hasta lo último de la tierra (Hechos 1:8).
Y nosotros somos testigos suyos de
estas cosas, y también el Espíritu Santo. El cual ha dado Dios a los que le
obedecen (Hechos 5:32).
Concluimos pues, que en este nuevo pacto, el único pacto que está vigente porque el anterior (la ley y los profetas) fue hasta Juan el Bautista (Luc. 16:16; Mat. 11:13), el único nombre y de quienes todos somos llamados a ser testigos, es de Jesucristo. Y esto naturalmente NO, como para denominarnos testigos de Jesucristo o como para crear una organización o secta usando dicho atributo, sino como testigos por la fe y obediencia en su Palabra. Así que Dios se manifestó en el primer pacto a los israelitas con el nombre de Jehová, quienes fueron sus verdaderos testigos. Y ahora en este segundo pacto se ha manifestado a todos por igual con el nombre de Jesús y de quien todos (judíos y griegos) deberíamos ser testigos.
Denominarse hoy en día después del sacrificio
de Cristo, testigo de Jehová o seguidor de Jehová es una autentica aberración.
De igual manera, dirigirse a Dios para hablar con El, adorarle o alabarle con
el nombre de Jehová, es asimismo una perversión. El ejemplo de cómo lo
debemos hacer nos lo da el mismo Maestro Jesucristo, el cual NUNCA mencionó ni
siquiera una sola vez el nombre de Jehová. Cuando oraba o se refería a Dios lo
hacía como Padre, porque esa es la manera que nos enseñó de cómo deberíamos
relacionarnos con Dios, como de un hijo hacia su padre (Mateo 6:9, Juan 5:17, 10:29, 14:9, etc.).
Hay quienes afirman que, al vivir por la fe
de Cristo en la voluntad del Padre le constituye testigo de Jehová ¡Esto es un
auténtico disparate! Como hemos aclarado, es por la fe en Jesucristo que somos
testigos suyos, y nada que ver con ser testigo de Jehová, algo que perteneció
al viejo pacto y a los israelitas. Otros lo justifican diciendo que Jehová
dijo, que ese era su nombre para siempre; con el cual se le recordaría por
todos los siglos. Si bien esto es cierto como pudimos ver en Éxodo 3, hemos de recordar que se lo dijo a los
israelitas y a ningún otro pueblo. Son ellos los que deben de recordarlo por
todos los siglos, entre otras cosas para no olvidar como Jehová los escogió,
los libró de faraón, los guió durante cuarenta años por el desierto, etc.,
etc., es su historia, fueron sus testigos ¿Cómo se pueden olvidar del nombre de
Jehová? Pero también deben comprender y aceptar que el primer pacto fue
abolido, y dio paso a un nuevo y mejor pacto, establecido sobre mejores
promesas (Hebreos 8). Y esto gracias al nombre que es sobre TODO nombre (Efesios 1:21, Filipenses 2:9), el nombre de nuestro Dios, Salvador y Señor Jesucristo, tanto
para judíos como para gentiles.
Nosotros los gentiles debemos conocer y también recordar el nombre de Jehová como parte fundamental de la historia de Israel, y sobre todo porque la salvación vino de los judíos (Juan 4:22), pero del cual nombre nosotros no participamos ni fuimos testigos suyos. Hay otros que dicen algo así como que, en la interpretación del hebreo al griego los traductores cambiaron o se equivocaron al no incluir el nombre de Jehová en el nuevo testamento ¡Un disparate más! Estos ignoran que los nombres personales como Moisés, Abraham, Isaac, Isaías, etc., se transliteran y no se traducen o interpretan, por lo que siguiendo esta pauta el nombre de Jehová se tendría que haber transliterado al nuevo testamento como Jehová, pero no fue así, antes bien creemos que toda la Escritura fue inspirada por Dios (2 Timoteo 3:16), y se escribió correctamente el nombre de Jesús como único nombre de la divinidad en el segundo pacto, y como venimos repitiendo tanto para israelitas como para gentiles. Por otro lado y lo más importante, es que los mismos escritos bíblicos griegos del nuevo testamento (ver interlineal), lo dan a entender perfectamente. Así que si vemos en alguna traducción del Nuevo testamento el nombre de Jehová, hemos de darla por adulterada.
Así también las denominaciones o sectas sean
católicas, evangélicas, mormonas, testigos de Jehová, Adventistas, Amigos, etc,
etc, no pueden ser incorporadas como verdaderos testigos de Dios o Jesucristo,
porque tienen evangelios distintos y por consiguiente adulterados que solo
causan división.
Esperamos de todo corazón poder ayudar con
este pequeño análisis, a todos aquellos que por haber sido mal adoctrinados o por ignorar las Sagradas
Escrituras, están haciendo un mal uso de
ellas. De ahí la gran importancia de escudriñarla, porque ellas y solo ellas
son las que dan testimonio de Jesús. Y nosotros damos fe de ello siendo sus
testigos ( y no por formar una secta denominacional, sino TESTIGOS POR
LA FÉ EN JESÚS) ¡A Él sea la gloria para siempre! Amén.
También queremos recordarles a los muy
estimados lectores, que si encuentran algo de lo que decimos que no está de
acuerdo a la sana doctrina, nos lo hagan saber y así poder corregir el posible
error.
No hay comentarios :
Publicar un comentario