¡No se oye a Dios!




Hoy como nunca antes estamos inmersos en una sociedad que profesa un falso cristianismo.

Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra (Tito 1:16).

Y les diremos a continuación con un ejemplo, el por qué la gente niega con sus hechos el conocer a Dios. Las personas en su gran mayoría asisten por lo menos a una actividad religiosa a la semana. La mayoría son miembros o a lo menos simpatizan con alguna denominación religiosa. El que no es católico es evangélico, y si no es mormón, adventista, testigo de Jehová, luterano, etc.

Hay denominaciones para todos los gustos. Y desde luego la gente está donde mejor se sienten. Algunos fueron atraídos por la música, otros por la elocuencia del predicador, otros por los convivios, fiestas o celebraciones. Otros por los retiros o campamentos. Y así pudiéramos enumerar un sin fin de cosas que atrajeron y mantienen a la gente dentro de una denominación o secta religiosa.

Pero el mayor error de las grandes mayorías es que se pasan la vida entera creyendo estar en la Verdad y actuando correctamente y no se cuestionan si en verdad lo están. Todos dentro de una denominación o secta tienden siempre a señalar a los demás grupos religiosos de falsos y ellos se creen los verdaderos.

Las personas se han dejado influenciar y manipular por líderes religiosos. Mientras más fama o popularidad tengan dichos líderes más influencia ejercen sobre las multitudes. Y estos líderes religiosos han ido adquiriendo un renombre dentro de la religión debido a su carisma y apego con la gente. Por otro lado los grupos religiosos con tendencia tradicional se mantienen porque basan su doctrina en gente de renombre del pasado, que aún muertos siguen hablando por sus escritos. Por ejemplo Martín Lutero, Ellen White, Charles Taze Russell, Juan Calvino, Juan Wesley, Mateo Henry, William Barclay, etc, etc.

Toda esta gente interpreta las Escrituras en base a comentarios de estos y otros hombres por sus escritos. Es por eso que en la actualidad existe una gran confusión religiosa. Unos creen de una forma y otros de otra, porque como bien dice el refrán cada cabeza es un mundo. Pero acaso esto es de Dios? Estará Dios de acuerdo con esto?

Jesús orando al Padre en referencia a sus discípulos dijo: Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado (Juan 17:20-23).

Así que el deseo de Jesús es que todos los que creemos en El seamos uno. Pero esta unidad solo será posible tal como lo dijo Jesús: Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad. Si Jesús no está dentro o en nosotros no hay unidad.

Y eso es precisamente lo que no existe en la actualidad. Todos hablan de Jesús, pero Jesús no está en ellos. Porque si Jesús estuviera en ellos los rótulos se caerían. Desaparecerían las denominaciones y sectas que son las que dividen y separan al hombre y a la mujer de Dios.

Pero triste y lamentablemente por eso mismo no existe la iglesia verdadera de Cristo. Una en una localidad, sin nombre o rótulo denominacional. Porque el ser humano no oye a Dios.

Aun cuando Dios dice en su Palabra: Y todos serán enseñados por Dios (Juan 6:45).

Desde que Cristo vino a este mundo tenemos la oportunidad todos de ser enseñados por Dios porque Él es la imagen del Dios invisible (Colosenses 1:15).

Porque aunque Dios habló muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo y por quien asimismo hizo el universo (Hebreos 1:1-2).

Así que Dios nos habla hoy por su hijo Jesucristo. Por eso se escuchó esa voz desde esa nube de luz que decía: “Este es mi hijo amado, en quien tengo complacencia, a Él oíd" (Mateo 17:5).

Pero aún con lo claro que está todo esto, la gente prefiere seguir oyendo a los profetas del antiguo testamento, prefieren seguir escuchando a Moisés y a los falsos profetas de nuestros días. Cuando solo una cosa es necesaria. Al igual que María se sentó a los pies de Jesús a oír su Palabra. Así también nosotros todos necesitamos oír al Maestro. Esto es lo que dijo el Señor, solo una cosa es necesaria. Y esto es oír sus palabras.

Ya es hora que se escuche a Jesucristo, porque cuando se le escucha a Él no tenemos necesidad de que nadie nos enseñe. Así dice en 1 Juan 2:27: Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.

Algunos quieren escuchar a Jesucristo pero al intentarlo hacer no lo entienden. Y esto es porque no tienen la unción de Él. No poseen al Espíritu Santo morando en sus vidas. Y si no se tiene al Espíritu Santo es porque no se ha nacido de nuevo.

Ya Jesús lo dijo: ¿por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi Palabra. Vosotros sois de vuestro padre el diablo (Juan 8:43-44).

A varios les ocurre como a Nicodemo que no entienden las cosas espirituales, porque estas cosas se han de discernir espiritualmente. De ahí que oigamos muchos expresándose de esta manera. Es que no entiendo este capítulo, es que necesito que alguien me lo explique. Y por esa razón constantemente acuden a líderes religiosos que les explican la Palabra de Dios, pero de acuerdo a la interpretación de su denominación o secta. Es por eso que existen nuevas denominaciones, es decir más divisiones y cada quien tiene doctrinas diversas y opuestas entre sí. Esto acarrea más confusión y falsedad.

Otros acuden constantemente al antiguo pacto a leer y querer practicar cosas que nada tienen que ver con los que hemos nacido después de Cristo y por ende en un nuevo y mejor pacto establecido sobre mejores promesas.

Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado. Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará. Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad (2 Corintios 3:14-17).

Se debe oír a Dios, no hay alternativa. Para que ya no existan doctrinas diversas y opuestas unas a otras. Y para que exista una sola iglesia. Ya que Jesús dijo: Habrá un rebaño y un pastor (Juan 10:16).

Para que exista la verdadera y única iglesia de Cristo es necesario oír al Maestro y tenerle a Él como único pastor.

El problema con la gente radica en que todo lo quieren al suave. No se preocupan por sí mismos. No piensan en Dios ni quieren oírle. No quieren trabajar por la comida que permanece para vida eterna, la cual da el Hijo del hombre, porque a este señaló Dios, el Padre (Juan 6:27).

La gente no escudriña las Escrituras, aun cuando en ellas está la vida eterna y ellas son las que dan testimonio de Jesús (Juan 5:39). Muchos ni siquiera leen las Escrituras y mucho menos las escudriñan. Y si acaso tienen alguna duda de las cosas de Dios consultan en comentarios bíblicos, los cuales está influenciados por doctrina sectaria.

La gente se ha conformado con ir a los templos, a los cultos, misas y actividades religiosas. Están contentas presenciando un espectáculo religioso semana tras semana. Ahí los líderes religiosos los entretienen lavándoles el cerebro y quitándoles el dinero con una serie de impuestos entre los que destacan los diezmos, las primicias y ofrendas. Ahí pasan cantando al estilo judaico y practicando una serie de costumbres, tradiciones, ceremonias y liturgias que nada tienen que ver con lo que nuestro Maestro ha enseñado. Pues la verdadera adoración tal como la enseñó Jesús es en espíritu y en verdad (Juan 4:23-24). Es permanentemente en el ser interior no siendo influenciados ni manipulados por nadie.

Pero si la gente escuchase al Maestro, dejarían de ser inmediatamente esclavos de la denominación y secta. Y tendrían por Maestro únicamente a Jesucristo. Dejarían de ser maestros los unos de los otros (Santiago 3:1). Porque uno es el Maestro, el Cristo (Mateo 23:10).

Entonces, nos preguntamos, por qué la gente niega a Dios aun profesándolo conocer? Sencillamente porque no oyen a su Hijo Jesucristo. Quieren ser oídos a través de sus oraciones pero no quieren oír al Maestro por medio de su Palabra. Recuerden lo que dijo el Señor: No todo el que me dice: Señor, Señor entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos (Mateo 7:21)

Estimado lector, ya es hora de oír a Dios. Ponle un alto a tu vida y analiza la manera en que te has conducido. Piensa en que tendrás que dar un día cuantas a Dios de lo que has hecho en esta tierra. Si estás dentro de una religión o secta, sal pronto de ahí. Salid de ella, pueblo mío, es el llamado que Dios hace a los que están dentro de una religión, Apocalipsis 18:4. Jesucristo no dijo que su iglesia fuera la católica romana. Ese conjunto de tradiciones de hombres lo que ha hecho es invalidar el mandamiento de Dios (Mateo 15:6). Tampoco Jesucristo dijo que su iglesia fuera evangélica, mormona, adventista, testigo de Jehová, etc.

Jesucristo nos quiere unidos sin representatividad, más que la de Él. Siendo un solo cuerpo para que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor (Efesios 4:13-16)

Y si tú has andado en libertinaje haciendo lo que le agrada a la carne, en el desenfreno del mundo, en los deseos de los ojos y en la vanagloria de la vida. No procures cambiar tu vida a través de la religión, secta o denominación. No entrés a ningún grupo de estos. Pídele perdón a Cristo por tus pecados, el único que te puede cambiar y salvar pues no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres en que podamos ser salvos.

Jesús dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí (Juan 14:6). Y si Jesús es el único que nos puede llevar al Padre por qué no se le escucha solo a Él? ¡Ya basta de seguir escuchando a los hombres con sus fábulas, ya basta de seguir oyendo a los ladrones y salteadores de las sectas y denominaciones! ¡Ya basta de seguir recibiendo y atendiendo a los profetas y falsos enviados!

Es únicamente por la Palabra de Jesucristo que podemos conocer a Dios. Y solo permaneciendo en ella podemos ser verdaderamente discípulos de Jesucristo. Ya lo decía el Maestro:


Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Juan 8:31-32).

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