Halloween y el día de los difuntos



Halloween significa: contracción de All Hallows’ Eve, “Víspera de Todos los Santos”. Es también llamada Noche de Brujas o Día de Brujas. Es un festejo resultado de la mezcla originada por la cristianización de las fiestas del fin de verano de origen celta. Se celebra el último día del mes de octubre. Y aunque para muchos es una fiesta inocente, donde se les regalan dulces a los niños y se utilizan disfraces tenebrosos, también tiene todo tipo de leyendas e historias con matices satánicos.

En la edad media, conocida como de oscurantismo, porque solo la secta católica romana era la autoridad suprema en todas las decisiones en el mundo y donde las fiestas paganas se introdujeron en el catolicismo, los papas Gregorio III (731-741) y Gregorio IV (827-844) intentaron cambiar Halloween por una festividad católica (Día de Todos los Santos) que fue trasladada del 13 de mayo al 1 de noviembre, aunque en realidad solo extendieron por más días las celebraciones relacionadas a ultratumba y terror.

Los católicos romanos, como algunas denominaciones evangélicas y otras sectas con sus líderes religiosos invitan a celebrar Halloween y el mal llamado día de todos los santos, cada cual dando sus propias razones, motivos y explicaciones con sus distintos matices o formas de hacerlo.

Porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? (2 Corintios 6:14-15).

Con la celebración de Halloween están relacionas también estas prácticas: la hechicería, la adivinación, la magia, imágenes o santería. Exhumación de cadáveres para realizar ritos satánicos, sacrificios de animales y personas, conjuros, películas de terror, etc, etc. Este día es una celebración de brujos, hechiceros y satanistas.

La Palabra de Dios, prohíbe todas estas prácticas y oficios. Veamos algunos textos del antiguo pacto.

A la hechicera no dejarás que viva (Éxodo 22:18)

No os volváis a los encantadores ni a los adivinos; no los consultéis, contaminándoos con ellos. Yo Jehová vuestro Dios (Levítico 19:31).

El hombre o la mujer que evocare espíritus de muertos o se entregare a la adivinación, ha de morir; serán apedreados; su sangre será sobre ellos (Levítico 20:27)

Cuando entres a la tierra que Jehová tu Dios te da, no aprenderás a hacer según las abominaciones de aquellas naciones. No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Jehová tu Dios echa estas naciones de delante de ti. Perfecto serás delante de Jehová tu Dios. Porque estas naciones que vas a heredar, a agoreros y a adivinos oyen; mas a ti no te ha permitido esto Jehová tu Dios (Deuteronomio 18:9-14).

Y pasó sus hijos por fuego en el valle del hijo de Hinom; y observaba los tiempos, miraba en agüeros, era dado a adivinaciones, y consultaba a adivinos y encantadores; se excedió en hacer lo malo ante los ojos de Jehová, hasta encender su ira. (2 Crónicas 33:6)

Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de aquellas que cosen vendas mágicas para todas las manos, y hacen velos mágicos para la cabeza de toda edad, para cazar las almas! ¿Habéis de cazar las almas de mi pueblo, para mantener así vuestra propia vida? ¿Y habéis de profanarme entre mi pueblo por puñados de cebada y por pedazos de pan, matando a las personas que no deben morir, y dando vida a las personas que no deben vivir, mintiendo a mi pueblo que escucha la mentira? (Ezequiel 13:18-19).

En el nuevo pacto, también Dios está en contra de todas estas prácticas.

Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios (Gálatas 5:19-21).

Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda (Apocalipsis 21:8).

Más los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira (Apocalipsis 22:15).

Además como es sabido, en estos festejos paganos aumentan considerablemente la práctica del pecado. Muchos se emborrachan, practican el adulterio, orgías, la fornicación e incluso hay quienes aprovechan el estar disfrazados para cometer asesinatos, todo un desvío de lo establecido por Dios.

Pero si se arrepienten los que practican estos pecados tienen perdón. Claro, entendiendo por arrepentimiento el dejar de hacerlo y creer en Jesucristo, el único y verdadero Dios. Como podemos ver seguidamente en este pasaje de Hechos capítulo 19 versículos 18 al 20.

Y muchos de los que habían creído venían, confesando y dando cuenta de sus hechos. Asimismo muchos de los que habían practicado la magia trajeron los libros y los quemaron delante de todos; y hecha la cuenta de su precio, hallaron que era cincuenta mil piezas de plata. Así crecía y prevalecía poderosamente la palabra del Señor.

Creemos que esto que hemos compartido deja claro que todas aquellas prácticas ocultistas, espiritistas, y de celebraciones relacionadas con muertos, brujos y hechiceros como el caso de Halloween son reprobables ante Dios.

Pero también aunque parezca inofensivo las tradiciones de ir a los cementerios y adornar las tumbas de los difuntos. Estas son tradiciones y costumbres paganas. Un hijo de Dios lo sabe muy bien. Ya lo dejó bien claro el Señor cuando dijo:

Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición. Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres (Mateo 15:6-9).

No sea usted de los que comulguen con estas celebraciones y tradiciones. Si ama a Dios apártese de todo ello, como Él nos lo ordenó diciendo:


Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré, Y seré para vosotros por Padre, Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso. Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios (2 Corintios 6:17-18, 7:1).

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