El beber vino según Dios
Como ocurre con todas estas
cuestiones referente al comer,
vestir, beber, etc. etc.
dependiendo de qué religión o secta analices, sabrás qué opina cada una de
ellas, pues tampoco coinciden en esto.
Unas nos dirán que se puede
beber vino y otras que no. Pero como venimos diciendo y enseñando de acuerdo a
la sana doctrina, en Jesucristo o se puede beber o no se puede beber. Podremos
comprobar una vez más como las religiones o sectas nos confunden y dividen. Por
eso mismo no somos llamados a seguirlas, sino todo lo contrario, a salir de
ellas. Nosotros los que creemos, solo seguimos y obedecemos a Cristo. En Él no
hay confusión, y después de haber escudriñado las Sagradas Escrituras,
tendremos la respuesta verdadera de sí o no poder beber vino. Hay sectas o
denominaciones “cristianas” que tienen muy mal visto el que alguien tome algo
de vino e inmediatamente lo tachan de borracho, gentil o publicano y, por el
contrario, hay otras que toman algo más de la cuenta y lo tienen perfectamente
tolerado. Por eso lo que importa es lo que Dios nos dice al respecto, para
poder agradarle, y de seguro que lo que Él nos diga nos beneficiará, ya que
Dios cuando nos prohíbe algo es porque nos perjudica y por el contrario cuando
no nos lo prohíbe es porque tampoco nos perjudica.
Aclarar antes de empezar, que por vino entendemos la elaboración de ciertos
frutos de la tierra en bebida, que una vez fermentados producen una cantidad de
alcohol. En este caso nos referimos especialmente al vino de uva que, juntamente
con el de sidra, son los que más se mencionan en las Sagradas Escrituras.
Seguidamente pasaremos a ver
qué hay de todo esto en la Palabra de Dios.
Comenzaremos por el Antiguo
Pacto donde ya desde el principio el hombre elaboró vino para beberlo, en Génesis
9:20 y 21 dice:
“Después comenzó Noé a
labrar la tierra, y plantó una viña; y bebió del vino, y se embriagó.”
También Isaac bebió vino
(Gén.27:25). Es muy importante saber que no hay en todos los mandamientos que
Jehová mandó a Moisés (la ley) la prohibición de beber vino.
En Levítico 10:8 y 9,
“Jehová habló a Aarón, diciendo: Tú y tus hijos contigo, no beberéis vino ni sidra cuando entréis en
el tabernáculo de reunión, para que no muráis; estatuto perpetuo será para
vuestras generaciones.”
A partir de este mandamiento
que Jehová dio a Aarón y a sus hijos, éstos no podían beber vino ni sidra
cuando entrasen en el tabernáculo de reunión. El texto señala claramente que
era para con Aarón y sus hijos y sólo cuando entrasen en el tabernáculo, dando
a entender que si no tenían que entrar en el tabernáculo bien podían beber vino
y sidra.
Más adelante podemos ver
cómo el gobernador Nehemías, el sacerdote Esdras y los levitas, después de
leerles a los hijos de Israel toda la ley de Moisés para que la entendiesen y
guardasen dijeron a todo el pueblo:
“Día santo es a Jehová
nuestro Dios; no os entristezcáis, ni lloréis; porque todo el pueblo lloraba
oyendo las palabras de la ley. Luego les dijo: Id, comed grosuras, y bebed vino
dulce, y enviad porciones a los que no tienen nada preparado; porque día santo
es a nuestro Señor; no os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra
fortaleza” (Nehemías 8: 9 y 10).
En el libro de los Salmos,
concretamente en el 104 versículos 14 y 15
dice de Jehová que:
“Él (Jehová) hace producir
el heno para las bestias, y la yerba para el servicio del hombre, sacando el
pan de la tierra, y el vino que alegra el corazón del hombre.”
Podríamos citar muchos más
textos donde se puede ver claramente que en el Antiguo Pacto, el cultivo de
viñedos, el elaborar vino y el beberlo, no solo no lo prohíbe Dios sino que
forma parte de lo que Él creó para el hombre. Hay excepciones como en el caso
que vimos de Aarón y sus hijos, o también para el que hacía voto de nazareo,
pero solo durante ese tiempo servicio o de voto no podían beber, una vez
transcurrido ese tiempo podían volver a beber vino (ver Números 6: 1 al 20). El
problema empieza cuando se bebe más vino del que se debe y como resultado o
consecuencia se yerra o se peca, esto por su puesto va en contra de la voluntad
de Dios.
Isaías 5:11, dice: “¡Ay de
los que se levantan de mañana para seguir la embriaguez; que se están hasta la
noche, hasta que el vino los enciende!”
Los proverbios hablan claro
de lo que acarrea el tomar exceso de vino, el 20:1 dice:
“El vino es escarnecedor, la
sidra alborotadora, y cualquiera que por ellos yerra no es sabio.”
“Hombre necesitado será el
que ama el deleite, y el que ama el vino y los ungüentos no se enriquecerá”
(Proverbios 21:17).
“No estés con los bebedores
de vino, ni con los comedores de carne; Porque el bebedor y el comilón
empobrecerán” (Proverbios 23: 20 y 21).
“¿Para quién será el ay, el
dolor, las rencillas, las quejas, las heridas en balde, lo amoratado de los
ojos? Para los que se detienen mucho en el vino, para los que van buscando la
mistura” (Proverbios 23: 29 y 30).
“Dad la sidra al
desfallecido, Y el vino a los de amargo ánimo” (Proverbios 31:6).
Después de haber visto todo
esto y habiendo escudriñado el Antiguo Pacto deducimos claramente que, el beber
vino formaba parte de la cultura del hombre y del pueblo de Israel, arraigados
en ellos ya desde el principio. Jehová no prohibió beber vino mas que en
algunos casos concretos y durante un tiempo concreto, como hemos podido ver.
Así que nadie puede prohibir el tomar vino usando el Antiguo Testamento, Pacto
o ley de Moisés. El error o pecado consistía en tomar demasiado vino, esto es,
pasarse del punto en el que uno pierde alguna facultad o dominio propio por
dicho exceso.
El beber vino en el Nuevo
Pacto
Sabemos que los que hemos
nacido después de Cristo, debemos andar de acuerdo al Nuevo Pacto. Cristo es
nuestro Maestro y, por eso es, que debemos andar como el anduvo. La primera
mención del vino en relación con Jesús la encontramos en el cuarto evangelio
Juan capítulo 2 versículos
del 1 al 10, donde se nos dice:
“Al tercer día se hicieron
unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús. Y fueron
también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos. Y faltando vino, la madre
de Jesús le dijo: No tienen vino. Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer?
Aún no ha venido mi hora. Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os
dijere. Y estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la
purificación de los judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres
cántaros. Jesús les dijo: llenad estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta
arriba. Entonces les dijo: Sacad ahora, y llevadlo al maestresala. Y se lo
llevaron. Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde
era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al
esposo, y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya están
borrachos, entonces el inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta
ahora.”
Partiendo de este hecho
ocurrido en esas bodas, podemos entender que Jesús al convertir el agua en vino
y además un buen vino y sobre todo a sabiendas que algunos iban o tomar más de
lo debido, no podía, por pura lógica, tener nada en contra. ¿Cómo podía nuestro
Maestro darnos ejemplo haciendo tal cosa si estuviese prohibido por Dios o si
Él iba a implantar la prohibición? No tiene lógica ¿verdad? Pero prosigamos el
estudio.
En Lucas 5: 37 al 39, dice
Jesús: "Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo romperá los odres y se derramará, y los odres se perderán. Mas el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar; y lo uno y lo otro se conservan. Y ninguno que beba del añejo, quiere luego el nuevo; porque dice: El añejo es mejor. ”
Aquí Jesús usa, para dar una
enseñanza, el vino, diciendo además que el vino nuevo en odres nuevo se ha de
echar. Es claro que Jesús nada manifiesta en estos versículos en contra del
vino, sino que habla de él como algo natural y permisible. Jesús hablando de si
mismo da testimonio de haber bebido vino, como lo podemos ver en Mateo 11: 18 y
19, diciendo:
“Porque vino Juan, que ni
comía ni bebía, y dicen: Demonio tiene. Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: He aquí un hombre
comilón y bebedor de vino.”
Claramente Jesús estaba
diciendo que Él bebía vino. Porque sabemos que Juan el Bautista no bebía vino,
a lo que naturalmente se estaba refiriendo Jesús. Esto lo aclara muy bien Lucas
1: 15, donde refiriéndose a Juan el Bautista se nos dice:
“Porque será grande delante
de Dios. No beberá vino ni sidra y será lleno del Espíritu Santo,…”
En la cena que Jesús tuvo
con sus discípulos el día de la pascua dijo:
“De cierto os digo que no
beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día que lo beba nuevo en el reino
de Dios” (Marcos 14: 25).
Esto es prácticamente todo
lo que podemos ver de nuestro Maestro acerca del vino y nadie puede decir que
nuestro Maestro prohíbe beber vino, mas bien todo lo contrario. Jesús bebió de
ese fruto de la vid que es el vino de uva, pero nunca pecó bebiendo más de lo
debido, que es lo que no se debe hacer.
La otra persona que trata
este asunto acerca de cuál ha de ser nuestro comportamiento para con el vino es
Pablo. A continuación pasaremos a ver algunos versículos.
“No os embriaguéis con vino,
en lo cual hay disolución” (Efes. 5: 18).
“Pero es necesario que el
obispo sea irreprensible,… no dado al vino” (1 Tim. 3: 2 y 3; Tito 1: 7).
“Los diáconos asimismo deben
ser honestos,… no dados a mucho vino” (1 Tim. 3: 8).
“Las ancianas asimismo sean
reverentes en su porte,… no esclavas del vino” (Tito 2: 3).
En estos textos Pablo
confirma y deja claro todo lo que hemos venido viendo, tanto en el Antiguo
Pacto como en lo que el Maestro nos enseña, esto es, que lo que realmente no
debemos hacer es tomar mucho vino. Ahora bien, hay que diferenciar entre la
persona que en un momento de su vida por cualquier circunstancia bebe más de la
cuenta y repito circunstancialmente, y la persona que es dada al vino, al mucho
vino o esclava del vino, esto es, aquellas personas que beben mucho vino o más
vino del que deben y esto todos los días o frecuentemente. Tales personas son
consideradas borrachas o adictas al vino o alcohol, equiparándoseles a los
fornicarios, avaros, idólatras etc. etc. En este caso la Palabra muy clara o
tajante dice:
“Más bien os escribí que no
os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o
idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis” (1
Cor.5: 11).
“Andemos como de día,
honestamente; no en glotonerías y borracheras…” (Romanos 13: 13).
“Ni los ladrones, ni los
avaros, ni los borrachos,… heredarán el reino de Dios” (1 Cor. 6: 10).
Jesucristo, en relación a
esto, nos enseñó en Mateo capítulo 24 versículos 48 al 51 lo siguiente:
“Pero si aquel siervo malo
dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a sus
consiervo, y aun a comer y a beber con los borrachos, vendrá el señor de aquel
siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y lo castigará
duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir
de dientes.”
Pensamos que esto es más que
suficiente para responder con toda certeza
y claridad a las siguientes preguntas:
¿Están las Escrituras en
contra de beber mucho vino? SÍ
¿Es cierto que las
Escrituras nos enseñan que los borrachos no entrarán en el reino de Dios? SÍ
El enseñar que según Dios o
su Palabra no se puede o está prohibido beber vino, es faltar a la verdad y,
por lo tanto, es pecado. En las Sagradas Escrituras el beber vino moderadamente
no es solo permitido, sino que en casos concretos hasta ayuda para con ciertas
enfermedades, por ejemplo Pablo aconseja a Timoteo en su primera carta,
capítulo 5 versículo 23 lo siguiente:
“Ya no bebas agua, sino usa
de un poco de vino por causa de tu estómago y de tus frecuentes enfermedades.”
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