El carnaval
A pesar de las grandes
diferencias que la celebración del carnaval presenta en el mundo, su
característica común es la de un periodo de permisividad y descontrol. Se dice
que en sus inicios, el carnaval era un desfile en que los participantes vestían disfraces y usaban máscaras. Sin embargo, la costumbre fue transformando la
celebración hasta sus formas actuales. El origen de su celebración es de las
fiestas paganas, como las que se realizaban en honor a Baco, el dios del vino,
las saturnales romanas, o las que se realizaban en honor al toro Apis en
Egipto. Según algunos historiadores, los orígenes de esta festividad se
remontan a las antiguas Sumeria y Egipto, hace más de 5000 años, con
celebraciones muy parecidas a las de la época del imperio romano, desde donde
se expandió la costumbre por Europa, siendo llevada a América por los
navegantes españoles y portugueses a partir del siglo XV.
Con la etimología de la
palabra, tampoco está claro su procedencia y significado. La etimología que
actualmente se maneja en el ámbito popular, es que procede de la palabra latina
carne-vale, que significa “adiós a la carne”. Pero a fines del siglo XX varios
autores comenzaron a sospechar del origen pagano del nombre, Carna es la diosa
Celta de las habas y el tocino. También estaría conectada con fiestas
indoeuropeas dedicada al dios Karna, que se representa como un ser humano, hijo
del dios sol y la reina Kunti.
En fin, como casi siempre
ocurre con estas fiestas muy antiguas, no se puede determinar con exactitud ni
su origen, ni la etimología de la palabra, pero de lo que sí se está seguro es
que es una fiesta de procedencia pagana, es decir, de un mundo infiel o
incrédulo, idólatra y politeísta. El carnaval es una fiesta que se celebra
prácticamente en todo el mundo, aunque, como dijimos al comienzo, con
diferentes matices dependiendo de cada país.
Después de ésta pequeña
introducción, nos cabe preguntar ¿Qué dice Dios en su Santa Palabra acerca del
carnaval?
Si bien, las Sagradas Escrituras no hace referencia directa al carnaval, sí hace referencia a
prácticas que en esa fiesta se llevan acabo. Por ejemplo, el carnaval de Río de
Janeiro es, considerado por el mundo, el mejor y más importante de cuantos se
celebran, donde el culto a la carne refleja su atractivo más sublime. Hombres y
mujeres desfilan por las calles semidesnudos, aunque de muchos, podríamos decir
que van prácticamente desnudos, exhibiendo sus cuerpos de ésta manera con mucho
orgullo. Cuando Dios a través de su Palabra ya desde el principio, enseñó a su
pueblo Israel que la desnudez del cuerpo no debería exhibirse o descubrirse,
siendo esto un acto abominable. En Levítico capítulo 18, versículos 7, 9 y10,
leemos:
La desnudez de tu padre, o
la desnudez de tu madre, no descubrirás; tu madre es, no descubrirá su
desnudez. La desnudez de tu hermana,
hija de tu padre o hija de tu madre, nacida en casa o nacida fuera, su desnudez
no descubrirá. La desnudez de la hija de tu
hijo, o de la hija de tu hija, su desnudez no descubrirás, porque es la
desnudez tuya.
El descubrir la desnudez
fuera del matrimonio estaba considerado como abominación y cualquiera que la
hiciere, era cortada de entre el pueblo (versículo 29).
En el nuevo o segundo pacto,
el descubrir la desnudez del cuerpo no sólo sigue reservado dentro del matrimonio,
sino que además, porque el cuerpo humano está reservado para ser santo y
habitáculo de Dios a quien pertenecemos. El apóstol Pablo, en su primera carta
a los Corintios, capítulo 7, versículo 34, dice, que:
La doncella tiene cuidado de
las cosas del Señor; para ser santa así en cuerpo como en espíritu, y si ésta
se casare tiene cuidado de las cosas del mundo, de como agradar a su marido.
Como bien lo explica Pablo
en este capítulo, el proceso natural y correcto de parte y delante del Señor es
que, tanto el soltero como la soltera, cuiden de cómo agradar a Dios para ser
santos tanto en cuerpo como en espíritu. Y si se casan, tienen además que
cuidarse de las cosas del mundo, de como agradar a su cónyuge, ya que una vez
casados la mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni
tampoco el marido tiene potestad sobre su cuerpo, sino la mujer (versículo 4).
Y en 1ª de Corintios,
capítulo 6, versículos 19 y 20, dice.
¿O ignoráis que vuestro
cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis
de Dios, y que no sois vuestro? Porque habéis sido comprados por precio;
glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales
son de Dios.
Queda aclarado que el cuerpo
humano no fue creado para exhibirlo desnudo, sino para que, por la fe en
Jesucristo, éste pasara a ser casa o morada de Dios, habiendo sido comprado por
el precio de su sangre y, por consiguiente, hecho propiedad suya, tanto el
cuerpo como el espíritu.
Sin en cambio, el mundo no
tiene en cuenta este orden Divino, y en ese espíritu de desenfreno y
concupiscencia, es decir, de deseos de bienes y placeres materiales,
especialmente sexuales como la prostitución, adulterio o fornicación en el que
vive, se encuentra especialmente la fiesta carnavalesca con esos deseos muy
desordenados y exagerados, que son aprovechados por todos estos colectivos o
lobbis homosexuales, afeminados, bisexuales, transexuales, etc., para practicar
toda clase de inmundicias y abominaciones en contra y opuestas a Dios. Actos
que acarrean al hombre la condenación por el pecado.
La Sagrada Escritura nos
dice en Romanos, capítulo 1, que:
Por cuanto cambiaron la
verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que
al Creador,… Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres
cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo
también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su
lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y
recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío,… que los que
practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también
se complacen con los que las practican (versículos 25-32).
La idolatría que se ejerce
en dicho festejo es total y absoluta, a través de las representaciones de
falsos dioses romanos, egipcios, griegos o indús, entre muchos otros, que
forman una parte esencial e imprescindible del mismo festejo y que, como se
dice en este capítulo de Romanos, en los versículos 21 al 23, fue debido a que
en vez de glorificar a Dios y darle gracias …, se envanecieron en sus
razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se
hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de
imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.
Así es, la consecuencia de
no haber oído y obedecido al único Dios verdadero e incorruptible, llevó al hombre
a envanecerse y a crear todo tipo de dioses y a honrarlos por medio de todo
tipo de fiestas, donde el pecado se cultiva y propaga.
En muchos de estos
carnavales también participan y desfilan los “drag queen”, esos personajes
masculinos que actúan vestidos con atuendos propios de mujer, como pelucas,
zapatos de plataforma, vestidos, y demás, que exhiben de manera exagerada y
orgullosos todos estos afeminados o bisexuales ¡una auténtica aberración!
A todo esto hay que añadir
el gran despilfarro de dinero en organizar el festejo, en los vestidos
costosos, fuegos artificiales, cabalgatas, consumo de drogas y bebidas
alcohólicas, etc. Y no estamos hablando de miles de dólares, sino de millones,
cuando, se están muriendo de hambre por todo el mundo muchísimas personas y,
sobre todo, niños.
Saben, lo peor de todo es
que los que participan en estos festejos mundanos, en su gran mayoría, se
consideran cristianos o creyentes. Sí, asisten los domingos a misa y otros
rituales católicos, o a cultos evangélicos y sus actividades y muchos de ellos
dicen ser ministros de Dios. La iglesia católica está históricamente muy
apegada al carnaval. Es muy común ver a un sacerdote u obispo encabezar la
cabalgata y dándole la bendición; mire, usted mismo puede constatar o corroborar
esto, por ejemplo, oyendo la cadena de radio católica apostólica romana de la
Cope en España, donde cada año radian el carnaval de Cádiz, también muy popular
y conocido en todo el mundo.
Por supuesto que habrá
muchos de los que oigan este mensaje que digan: “Bueno, yo asisto al carnaval,
o lo sigo por televisión, o radio pero no participo de una manera directa,
tampoco me disfrazo en todo caso sólo llevo a mis hijos como entretenimiento”.
Otros podrán decir: “En nuestro carnaval no se va semidesnudo ni nada de esto”.
Pues bien, a estos que piensan así y se quieren justificar de alguna manera,
hemos de decirle que en el capítulo uno de Romanos que vimos anteriormente
dice:
Que los que practican tales
cosas son dignos de muerte, pero no solo por que las hacen, sino porque también
se complacen con los que las practican.
Por lo tanto cualquier
justificación es vana ¡no se deje engañar! En todos lo carnavales se practica
el pecado, en todos, y si no, oiga lo que dice la carta a los Efesios, capítulo
5, versículos 1-12, y compruebe si es verdad o no, que muchos de estos pecados
se practican en los carnavales. Así dice la Palabra de Dios:
Sed, pues, imitadores de
Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se
entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.
Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre
vosotros, como conviene a santos; ni palabras deshonestas, ni necedades, ni
truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias. Porque
sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idolatría, tiene
herencia en el reino de Cristo y de Dios. Nadie os engañe con palabras
vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de
desobediencia. No seáis, pues, partícipes con ellos. Porque en otro tiempo
erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz
(porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad),
comprobando lo que es agradable al Señor. Y no participéis en las
obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas; porque
vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto.
Queda pues despejada
cualquier tipo de duda en cuanto al pecado, y a que cualquier participación en
estos festejos paganos o inmundos, nos hace también copartícipe de sus pecados.
De ahí el llamamiento de parte de Dios a no participar en ellos, sino a
reprenderlos. Y esto es válido para todo tipo de festejo pagano, cuánto no más
para este en concreto del carnaval.
¡Baste ya! Nos dice Pedro en
su primera carta, capítulo 4, versículos 3:
Baste ya el tiempo pasado
para haber hecho lo que agrada a los gentiles, andando en lascivias,
concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y abominables idolatrías.
Y continua diciendo en los
versículos siguientes que:
A éstos les parece cosa
extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución,
y os ultrajan; pero ellos darán cuenta al que está preparado para juzgar a los
vivos y a los muertos.
Estimado amigo, si a usted
no le tienen por extraño, y le ultrajan dentro del entorno en el que vive de
familiares, vecinos, amigos, compañeros de trabajo, etc., es un claro síntoma
de que algo va mal, porque la Palabra de Dios dice que, a éstos les debe
parecer cosa extraña que no corra (usted) con ellos en el mismo desenfreno de
disolución, y les ultrajan.
¿Acaso cree, qué, en vano
los hermanos de nuestro Maestro y Señor Jesucristo, no creían en Él? Y ¿Saben
por qué? Porque, como el mismo Jesús les declaró:
No puede el mundo
aborreceros a vosotros; mas a mí me aborrece, porque yo testifico de él, que
sus obras son malas.(Juan 7:7)
Si nosotros siguiendo el
ejemplo de Jesús y los apóstoles, testificamos de las malas obras del mundo y
las reprendemos, nos ocurrirá lo mismo que a ellos, y ésto es lo que debemos
hacer. Ya nuestro Señor nos advirtió diciéndonos:
¡Ay de vosotros, cuando
todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los
falsos profetas.(Lucas 6:26)
Porque como también Jesús
dijo: No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa. (Mateo
13:57)
Esto es así, ya quisiéramos
nosotros que todos los hombres hablaran bien de nosotros por vivir como Cristo
y por presentarles su evangelio, pero desgraciadamente no es así, sino que nos
aborrecen y nos ultrajan.
El apóstol Pablo, en la
carta que escribió a los Gálatas en el capítulo 1, verso 10, hace un resumen
divino (y nunca mejor dicho porque es Palabra de Dios) de ésto último que
venimos aclarando, diciendo:
Pues, ¿busco ahora el favor
de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si
todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Dios.
Así es como dice Dios, o le
agradamos a Él haciendo su voluntad, o agradamos a los hombres no manifestando
o reprendiendo que sus obras son malas. Pero sabed esto que es muy importante,
que si agradamos a los hombres NO podemos ser siervos de Dios, porque como
también dice Romanos 8:8, los que viven en la carne no pueden agradar a Dios.
En su elección está estimado
lector, y no porque lo digamos nosotros, sino porque como han podido comprobar
lo dice Dios.
No se deje engañar más por
todas estas fiestas paganas, llámese fiesta de la navidad, de fin de año o año
nuevo, de halloween, día de acción de gracia, días de santos, día del baby
chauer, de la independencia, de las fuerzas armadas, de la Constitución, de
semanas santas, de cumpleaños, etc., etc., y por supuesto de la fiesta del
carnaval, que es una fiesta genuinamente dedicada a la carne y sus placeres.
Pero que todas ellas, absolutamente todas, por muy cristiana que el mundo
religioso nos lo haya querido pintar, son de procedencia pagana y por lo tanto
opuestas a la Verdad que es Cristo Jesús.
Ha quedado muy claro con
todo esto que hemos expuesto que, según Dios y su voluntad, el hombre que le
busque y quiera servirle ha de apartarse de todas estas cosas.
Recuerde que hay que
entender y aceptar lo que venimos viendo con todo esto, y que en Hechos 14:22,
nos lo ratifica diciendo, que:
Es necesario que a través de
muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios.
Sí, es necesario que pasemos
por muchas tribulaciones para poder entrar en el reino de los cielos, y ésto no
debe ser un motivo de tristeza para todos los que amamos a Dios, sino todo lo
contrario, porque como nos dice nuestro Salvador y Amado Jesucristo:
Bienaventurados somos cuando
padezcamos persecución por causa de la justicia, porque de nosotros es el reino
de los cielos.
Bienaventurados somos cuando
por su causa nos vituperen y nos persigan, y digan toda clase de mal contra
nosotros, mintiendo. Gocémonos y alegrémonos, porque nuestro galardón es grande
en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de
vosotros. (Mateo 5:10-12)
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