Religión o Cristo
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En la primera visita que
Jesucristo nos hizo a los hombres, hace aproximadamente dos mil años, para
enseñarnos el camino de salvación, dando su vida por nosotros, nos aseguró que
volvería a venir una vez más y entonces vendría el fin. Entre tantos
testimonios que se encuentran en las Escrituras de esta gran verdad, vamos a
citar este que dice:
Y habiendo dicho estas
cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus
ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se
iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los
cuales también le dijeron: Varones galileos, ¿Por qué estáis mirando al cielo?
Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le
habéis visto ir al cielo (Hech.1-10 y 11).
El mismo Jesucristo da una
aclaración de lo que acontecerá en aquellos días, profetizando:
Mirad que nadie os engañe.
Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos
engañarán,… Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos,…
Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no
lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán
grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun
a los escogidos. (Mateo 24)
Nunca como en estos últimos
tiempos, se han levantado tantos falsos cristos y tantos falsos profetas. Las religiones o sectas son clarísimas muestras de ello. Cada una dice tener al verdadero Cristo y tildan a las demás de falsas. Jesucristo en ningún
momento, en todo su testamento, nos enseñó que los hombres debiéramos crear,
fundar o seguir a denominaciones, sectas o religiones, más bien todo lo
contrario. Jesucristo vino a unir y las religiones nos dividen y confunden,
cada una contiende celosamente diciendo: nosotros somos de la Iglesia Católica;
y nosotros de la Evangélica; y nosotros de la adventista; y nosotros de los
Testigos de Jehová. ¡Ya es hora que oigamos a Dios y nos apartemos de todo
aquello que nos divide! La Palabra de Dios, nos dice:
“Os ruego, pues, hermanos.
Por el nombre de nuestro Señor Jesucristo que habléis todos una misma cosa, y
que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en
una misma mente y en un mismo parecer. Porque he sido informado acerca de
vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas.
Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y
yo de Cefas; y yo de Cristo. ¿Acaso está dividido Cristo? ¿Fue crucificado
Pablo por vosotros? ¿O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo?” (1ª
Cor.1:10-13).
Más claro no se puede decir.
Las religiones, sectas o denominaciones son pura confusión, teniendo doctrinas
totalmente diferentes y contradictorias, no están unidas entre sí, ni tampoco
en sí misma. Un ejemplo muy claro lo encontramos dentro de la iglesia Evangélica,
dividida en sí misma en miles de denominaciones, como: los Bautistas, los
Luteranos, los Amigos, los de Emanuel, los Nazarenos, los de Filadelfia, los
Pentecostales…, y dentro de dichas denominaciones aún más dividida, por
ejemplo: dentro de los Pentecostales se encuentran las Asambleas de Dios,
Asambleas Cristianas de toda índole, Iglesia del Alfarero, del Mesías, del
Príncipe de Paz, Evangelio Completo, de la Profecía Universal, etc., y éstos, a su vez, con doctrinas
totalmente opuestas. Verdaderamente lamentable y triste. Nada que ver con lo
que nuestro Maestro nos mandó y enseñó.
No es de extrañar que el
hombre esté muy confundido y haya perdido la fe. Las religiones llámese:
Iglesia Católica Apostólica Romana, Iglesia Evangélica, Testigos de Jehová,
Iglesia de los Santos de los últimos días (Mormones), adventistas del séptimo
día, etc., no salvan; y todos los que
las apoyan y le siguen, conociendo esta gran verdad que venimos aclarando,
darán cuenta a Dios del tropiezo que están siendo para que el ser humano
conozca a Dios y le siga en espíritu y en verdad.
Jesús dijo:
El que quiera
hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de
Dios, o si yo hablo por mi propia
cuenta. El que habla por su propia cuenta, su propia
gloria busca; pero el que busca
la gloria del que le envió, éste es verdadero, y no hay en el injusticia
(Jn.7:17-18).
Solo hay que tener el
interés de conocer la verdad, anteponiéndola por supuesto a las religiones. Ir
al testamento de Cristo e investigarlo y rápidamente nos daremos cuenta de que
solo hay una verdad que es Cristo
nuestro Salvador y de que todas las religiones son falsas, engañándonos,
adulterando la Palabra de Dios, buscando su propia gloria e interés.
Jesús dijo:
Yo soy el Camino, la Verdad, y la Vida (Jn.14:6).
¡No hay otro! Cuando Jesús
se dirigió a las sectas que se habían
formado dentro del pueblo judío, como los saduceos, escribas o fariseos, les
llamó hipócritas (Mat.23), dejándonos bien claro lo siguiente:
Jesús dijo: Mirad, guardaos
de la levadura (doctrina) de los fariseos y de los saduceos (Mat.16:6).
Porque os digo que si
vuestra justicia no fuere más allá de la
de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos (Mat.5:20).
¡Ay de vosotros, escribas y
fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres
el Reino de los Cielos! Vosotros
ciertamente no entráis; y a los que están entrando no le dejáis entrar.
(Mat.23:13)
¡Ay de vosotros, escribas y
fariseos hipócritas, que recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y,
cuando llega a serlo, le hacéis hijo de condenación el doble que vosotros!
(Mat.23:15)
Esto quiere decir claramente
que si somos como los escribas, saduceos o
fariseos (religiosos o sectarios), NO entraremos en el reino de los
cielos. Las religiones, después de cautivarnos, nos perjudican y nos separan.
Jesús dijo: ¡Jerusalén,
Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas
veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta a sus polluelos debajo de
las alas, y no quisiste! (Mat.23:37).
Jesucristo vino a unirnos, a
que fuésemos un solo pueblo, un solo cuerpo, una sola iglesia y que le
pertenezcamos solo a Él. Si escudriñamos su testamento sin ningún concepto
preconcebido e interés, más que el de conocer la verdad, Él nos la revelará,
pues ellas son las que dan testimonio de Jesús (Jn.5:39) y entonces conoceremos
la verdad que nos hará libres (Jn.8:32).
Jesús dijo: También tengo
otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi
voz; y habrá un rebaño, y un pastor (Jn.10:16)
Jesús hablando al Padre le
pidió diciendo:
Mas no ruego solamente por
éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos,
para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también
ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste (Jn.17:20-21).
La verdadera iglesia de Cristo no debe, ni puede, estar separada ni dividida ¡no se deje engañar más
por las religiones y sus profetas! Tome hoy mismo la decisión de salir de ellas
y siga el único camino que es Cristo, donde nos encontraremos todos los que le
amamos y, por consiguiente, le oímos y servimos. Jesucristo necesita a su
iglesia, esto es, su cuerpo, para que el mundo crea que el Padre le envió. Si
oímos al Maestro y le obedecemos, la iglesia verdadera es posible. Una iglesia
en una localidad, aunque ésta se reúna en diferentes lugares a la vez, sin
denominación alguna, más que lavada con la sangre de Cristo y en plena comunión
unos con otros.
Asidos de la palabra de
vida, para que en el día de Cristo
podamos gloriarnos de que no hemos corrido en vano, ni en vano hayamos
trabajado.(Fil.2:16).
No busquemos a Dios en
religiones, pues Dios no es un Dios de confusión (1ªCor.14:33), ni colaboremos
con ellas, pues el que esto hace participa de su pecado. Tampoco le busquemos
en templos hechos por hombres, que son
los lugares preferidos, donde las religiones
reúnen a las personas para
esclavizarlas, sacarles dinero, engañándolas con textos bíblicos sin tener en
cuenta el contexto o la suma de la Palabra que es la verdad.
La Palabra de Dios deja bien
claro que:
“El Dios que hizo el mundo y
todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y la tierra, no habita en
templos hechos por manos humanas” (Hech.17:24).
¿Cómo podremos después de
conocer todo esto, seguir formando parte de una religión, ignorando
voluntariamente la Palabra de Dios?
Podríamos citar textos y más
textos, donde nuestro Señor nos manda la unidad, y está totalmente en desacuerdo con las religiones y sus profetas (sacerdotes,
pastores,…). Pero deseamos recordar una vez más, esas palabras que pronunció
nuestro queridísimo hermano Pablo, siendo inspirado por Dios, diciendo:
“Os ruego, pues, hermanos,
por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y
que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en
una misma mente y en un mismo parecer.” “Os ruego que andéis como es digno de
la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre,
soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar
la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como
fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor,
una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por
todos, y en todos.” (1ªCor.1:10 y Efes.4:1-6).
Jesucristo está cerca, ojalá
oigamos la voz de Aquel que clama en el desierto: “Arrepentíos, porque el reino
de los cielos se ha acercado”. (Mat.3:2)
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