¿POR QUÉ LA HOMOSEXUALIDAD ES PECADO?
Si bien en las Escrituras no
aparece la palabra homosexualidad, sí encontramos cuál es la voluntad y el
orden de nuestro Dios para con las criaturas que él creó, como son el hombre y
la mujer. La palabra homosexual se refiere a aquellos que buscan o realizan
placeres carnales con personas de su mismo sexo.
Acerca de este tema hay todo
tipo de ideologías, como por ejemplo, y quizás la más extendida, es la de que
“se nace siendo homosexual” y, por consiguiente, Dios no puede estar en contra
de practicar la homosexualidad, algo muy lógico y razonable siempre y cuando
esto sea cierto.
Por eso nuestro cometido es
el investigar en las Sagradas Escrituras, para ver qué es lo que Dios nos ha
dejado escrito, acerca de este tema tan transcendental en estos últimos
tiempos.
En el libro de Génesis
capítulos 1 y 2 podemos ver como Dios creó primero los cielos y la tierra y
después dijo Dios:
“Hagamos al hombre a nuestra
imagen, conforme a nuestra semejanza… Y creó Dios al hombre a su imagen, a
imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creo. Y los bendijo Dios, y les
dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla,… Y vio Dios
todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Génesis 1:
26-31).
Un poco más adelante
encontramos más detalles de este proceso de la creación del hombre y la mujer,
diciendo:
“Entonces Jehová Dios formó
al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el
hombre un ser viviente. Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté
solo; le haré ayuda idónea para él. Entonces Jehová Dios hizo caer sueño
profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomo una de sus costillas, y cerró
la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo
una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis
huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue
tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su
mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:7, 18- 24).
Como podemos ver claramente,
Dios, después de haber creado al hombre, vio que no era bueno que estuviese
solo y creó a la mujer como la ayuda idónea y vio Dios que todo lo que había
hecho era bueno en gran manera. Así que Dios creó a la mujer para que fuese la
ayuda idónea para el hombre y además con un objetivo claro, de fructificar y
multiplicarse para llenar la tierra y sojuzgarla.
Dios no le hizo al hombre
como ayuda idónea a otro hombre, sino que Dios hizo a la mujer y sólo bajo este
orden natural tal, y como los creó Dios, es posible la fructificación y la
multiplicación de la especie humana.
Siguiendo en el Antiguo
Testamento, Dios mandó a su pueblo Israel en el libro de Levítico capítulo 18
versículo 22, lo siguiente:
“No te echarás con varón; es
abominación…
Dios prohibió a su pueblo,
el echarse varón con varón, siendo tal acto abominable y condenatorio, en
Levítico 20:13 dice:
“Si alguno se ayuntare con
varón, abominación hicieron; ambos han de ser muertos; sobre ellos será su
sangre.”
Esta ordenanza nunca fue
alterada o cambiada por Dios en el
Antiguo Testamento, quedando claro y de una manera contundente, el desacuerdo
total y la prohibición de dicha práctica homosexual por parte de Dios.
Ahora bien, con la venida de
nuestro Señor Jesucristo y estando ahora bajo el Nuevo Testamento o Pacto y
no bajo el Antiguo, ¿Qué ha cambiado al
respecto? Los que conocemos a Dios sabemos que Jesús hizo nuevas todas las
cosas y, por consiguiente, también con este caso que estamos tratando.
Jesús en el evangelio de
Mateo 19:4-6, dice:
“¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y
hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a
su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una
sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.”
Si bien, nuestro Maestro no
usa el término homosexual para referirse a esta cuestión, sí deja claro cuál
fue y es el orden establecido por Dios. Jesús confirma que cuando se nace, o se
es, varón o se es hembra, en ningún
momento cabe otra interpretación al respecto. Y, además, que lo que se puede
unir en casamiento, siempre y únicamente es entre un hombre y una mujer.
Hay dos cambios nuevos y sustanciales una vez que viene Cristo en
cuanto al pecado en general; el uno es que mientras bajo la ley de Moisés, el
hombre que pecaba pagaba inmediatamente según el pecado que había cometido,
ahora, bajo la ley de Cristo, la paga del pecado no se efectúa inmediatamente,
sino que todo queda para el juicio final, es decir para cuando Él vuelva; y lo segundo es que uno peca no sólo cuando
ha ejecutado el pecado, sino aun deseándolo sin tener porque haberlo ejecutado.
Jesús dijo:
“Oísteis que fue dicho: No cometerás
adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla,
ya adulteró con ella en su corazón” (Mat. 5:27 y 28).
Si escudriñamos el Nuevo
testamento, podremos entender perfectamente que este mismo espíritu es válido
para cualquier otro pecado como pudiera ser: el robar, la avaricia, el matar,
la fornicación, la mentira entre otros muchos pecados, basta con desearlo o
codiciarlo y ya hemos cometido el pecado. Y esto es tanto para el hombre como
para con la mujer, pues Dios en Jesucristo no hace acepción de personas.
En Romanos capítulo 1
versículos del 25 al 27, se nos dice:
“Cambiaron la verdad de Dios
por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el
cual es bendito por los siglos. Amén. Por esto Dios los entregó a pasiones
vergonzosas; pues aún sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra
naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la
mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos
hombres con hombres, y recibiendo en sí mismo, la retribución debido a su
extravío”
Así que tanto el hombre como
la mujer ya desde el principio cayeron en tal abominación. En la actualidad la
degeneración moral es tan grande que ya solo vienen quedando algunas naciones
en el mundo que no han legalizado los matrimonios entre homosexuales,
principalmente en Asia, África y Centro América. Estados Unidos también ha legalizado estas
uniones. Su presidente Barack Obama, dijo públicamente que es una victoria para
su país. Esta es una evidencia más que Cristo está por volver a este mundo.
Jesús lo dijo:
Así también vosotros, cuando
veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. De cierto
os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. (Lucas 21:31-32)
Como sucedió en los días de
Lot (Sodoma y Gomorra). Así será el día
en que el Hijo del Hombre se manifieste (Lucas 17:28-30)
En 1ª de Corintios capítulo
6 versículo 9 dice:
“¿No sabéis que los injustos
no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras,
ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los
ladrones, ni los avaros, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el
reino de Dios.” Como podemos ver de una
manera clara, la homosexualidad es igual a los demás pecados, estando todos
ellos ausentes del reino de Dios.
¿Cómo trata Dios y nos manda
tratar a los homosexuales?
La respuesta es muy clara y
contundente; de la misma manera que a los fornicarios, adúlteros, afeminados,
avaros, maldicientes y estafadores. Esto es, aplicando la misma vara de medir.
El hombre o mujer fuera de
Cristo están perdidos, sin esperanza por la condición del pecado y han de
arrepentirse de sus pecados para poder tener comunión con Dios. El
arrepentimiento implica el dejar de hacer aquello que no es de acuerdo a la
voluntad de Dios y seguidamente creer en Jesucristo, recibiendo su sacrificio y
el perdón de pecados. El creer en Jesús implica andar como Él anduvo, esto es,
guardar su Palabra o mandamientos que encontramos a través del Nuevo
Testamento.
Estimado amigo o amiga
homosexual, podríamos hablar mucho acerca de esto, pero lo más importante es
que sepa que Dios le ama y quiere que usted vaya al reino de los cielos para
vivir eternamente con Él y en felicidad plena, pero para esto es necesario que se
arrepienta de sus pecados.
No se deje engañar por
aquellos que le inducen o le han inducido a vivir la homosexualidad que, como
usted ha podido comprobar, no va de acuerdo a Dios.
No se deje engañar por
aquellos que le dicen que se nace siendo homosexual, esto es totalmente falso,
la ciencia también lo avala mostrándonos que, o se nace con los cromosomas XY,
esto es varón, o XX, esto es hembra. Además Dios ha puesto en el instinto
humano el saber distinguir lo que es, de lo que no es. Por ejemplo, cuando uno
roba sabe perfectamente que no está haciendo bien, de la misma manera cuando se
practica la homosexualidad se sabe que es contra naturaleza y que va contra
Dios. Es necesario que el hombre reconozca sus pecados y crea en el único que
le puede salvar.
Entre otras muchas cosas
Jesús dijo:
“De cierto, de cierto te
digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios" (Jn.3:3). "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para
que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no
envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya
ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más
las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que
hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas.
Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus
obras son hechas en Dios” (Juan 3:16 – 21).
Querido lector, si aún no ha
dado este paso de fe, no tarde en darlo y con esto no estamos diciendo que se
integre en esta o aquella denominación, secta o religión, cosa que por las
Sagradas Escrituras no se debe hacer.
En fin, lo que deseamos es
ayudarle comunicándole que solo en Jesucristo es posible un cambio radical en
la persona y su salvación. Nuestro Señor Jesús desea liberarlo de esa
esclavitud del pecado en el que vive. No tarde en entregarse a Él y ser salvo.
Las Escrituras nos dice en
Romanos 10: 9 y 10 lo siguiente:
“Que si confesares con tu
boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los
muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la
boca se confiesa para salvación.”
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