LA SANTA CENA O CENA DEL SEÑOR (Celebración de la última pascua judía)
En los evangelios se
encuentra la perfecta narración de lo que ocurrió aquella noche en la que Jesús cenó por última vez con sus discípulos el día de los panes sin levadura o
pascua judía. Para ello observaremos los cuatro evangelios, para obtener una
visión clara de aquel acontecimiento. Comenzaremos con el de Mateo 26:17-29,
donde se nos dice:
El primer día de la fiesta
de los panes sin levadura, vinieron los discípulos a Jesús, diciéndole: ¿Dónde
quieres que preparemos para que comas la pascua? Y él dijo: Id a la ciudad a
cierto hombre, y decidle: El Maestro dice: Mí tiempo está cerca; en tu casa
celebraré la pascua con mis discípulos.
Y los discípulos hicieron como Jesús les mandó, y prepararon la pascua. Cuando
llegó la noche, se sentó a la mesa con
los doce. Y mientras comían, dijo: De cierto os digo, que uno de vosotros me va
a entregar. Y entristecidos en gran manera, comenzó cada uno de ellos a
decirle: ¿Soy yo, Señor? Entonces él respondiendo, dijo: El que mete la mano
conmigo en el plato, ése me va a entregar. A la verdad el Hijo del Hombre va,
según está escrito de él, más ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre
es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido. Entonces
respondiendo Judas, el que le entregaba, dijo: ¿Soy yo, Maestro? Le dijo: Tú lo
has dicho. Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio
a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y
habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es
mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los
pecados. Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta
aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.
Así narra Mateo lo que
sucedió aquella noche. Los discípulos prepararon la cena de la pascua judía y
Jesús se sentó con los doce a comer, y mientras comían, Jesús tomo el pan, lo
bendijo, lo partió, y dió a todos sus discípulos (incluido Judas Iscariote).
Seguidamente Jesús dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y tomando la copa
(que contenía vino, fruto de la vid y no agua), dijo: Bebed de ella todos (los
doce), porque esto es mi sangre del nuevo pacto. Queda claro que Jesús le dio
de comer pan y de beber vino a todos.
En ningún momento Jesús dijo
que convertiría el pan en carne y el vino en sangre y tampoco Mateo que estuvo
presente en esa cena lo dice. Si esto hubiese sido así, no nos cabe la menor
duda que Mateo lo hubiese narrado, porque no sería para menos, ¿Cómo se le
podía olvidar algo tan importante? Como ocurrió por ejemplo con las bodas de
Caná, cuando convirtió el agua en vino o cuando Jesús anduvo por las aguas o
con la multiplicación de los panes y los peces, o en cualquier otro relato de
algún milagro que Jesús hizo. No, Mateo se limita a contar lo que Jesús hizo o
dijo y no menciona o aclara nada de un milagro.
En el evangelio de Marcos
14:12-25, podemos ver este mismo acontecimiento pero narrado por Marcos, que no
perteneció a los 12 discípulos. Y en los versículos 22 al 25 dice:
Y mientras comían, Jesús
tomó pan y bendijo, y lo partió y les dio, diciendo: Tomad, esto es mi cuerpo.
Y tomando la copa, y habiendo dado
gracias, les dio; y bebieron de ella todos. Y les dijo: Esto es mi sangre del
nuevo pacto, que por muchos es derramada. De cierto os digo que no beberé más
del fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo en el reino de Dios.
Como podemos apreciar
fácilmente, Marcos no discrepa en nada de lo que Mateo cuenta. Queda claro que
no se menciona nada acerca de que Jesús hiciese el milagro de convertir el pan
y el vino en su cuerpo. Se ve una vez muy claro que los Testigos de Jehová
mienten al decir que Judas Iscariote no participó en tomar el pan y el vino. De
la misma manera que los mormones en sustituir el vino, fruto de la vid, por el
agua. Ahora pasaremos al evangelio de Lucas 22:14-20, donde leemos que:
Cuando era la hora, se sentó
a la mesa, y con él los apóstoles. Y les dijo: ¡Cuánto he deseado comer con
vosotros esta pascua antes que padezca! Porque os digo que no la comeré más,
hasta que se cumpla en el reino de Dios. Y habiendo tomado la copa, dio
gracias, y dijo: Tomad esto, y repartidlo entre vosotros; porque os digo que no
beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga. Y tomó el pan
y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por
vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. De igual manera, después que
hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre,
que por vosotros se derrama.
Aquí Lucas, a diferencia de
Mateo y Marcos, incluye la frase de “haced esto en memoria de mí”, llama la
atención de que ni Mateo ni Marcos hayan mencionado dicha frase. Pero nos vemos
obligados a hacernos esta pregunta ¿a qué se refería Jesús cuando dijo haced
esto en memoria de mi? Cuando seguidamente analicemos el cuarto evangelio, la
vamos a poder responder con mucha más claridad. En el evangelio de Juan 13,
podemos leer lo que Juan narra de dicha noche, donde Jesús comió con sus
apóstoles la ultima cena. Al analizar dicho capítulo, comprobaremos que Juan no
entró en detalles acerca del pan y del vino, que bendijo Jesús, y como Mateo y
Marcos tampoco menciona el “haced esto en memoria de mí”. Pero sin en cambio,
el evangelio de Juan es clave para entender el verdadero significado de la
noche en que Jesús comió por última vez la pascua Judía. En este evangelio
capítulo 13:2-7 dice:
Y cuando cenaban, como el
diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, que le
entregase, sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las
manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba, se levantó de la cena, y se
quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un
lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la
toalla con que estaba ceñido. Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor,
¿tú me lavas los pies? Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo
comprendes ahora; mas lo entenderás después.
En los versículos 12 al 15
dice:
Así que, después que les
hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo
que os he hecho? Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo
soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros
también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he
dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.
Juan, ese discípulo que
siempre estaba cerca de Jesús, cuenta algo que ocurrió aquella noche, que no
contaron los otro tres. Pero que completa la visión de lo que ocurrió. Cuando
Jesús lavó los pies de los discípulos y Pedro quiso rechazarlo, Jesús le dijo:
Lo que yo hago, tu no lo
comprendes ahora; mas lo entenderás después.
¿Creen que Pedro era tan
torpe como para no comprender lo que Jesús estaba haciendo?
Jesús les estaba lavando
simple y llanamente los pies, pero esto no era lo que Jesús les estaba
enseñando a que siguiesen haciendo los unos para con los otros, que fue lo que
Pedro mal interpretó y por eso Jesús le respondió con esas palabras de “ahora
no lo comprendes; lo entenderás más tarde” Pues bien, deberíamos de haber
entendido que Jesús, el Maestro tiene como nadie, esa peculiar y única forma de
enseñar. El, utiliza símbolos o formas tanto materiales o físicas, como
mentales o imaginativas, para hacernos entender el verdadero significado de sus
enseñanzas. A parte de esto que hemos visto de comer el pan y beber el vino o
el lavar los pies, veremos a continuación, algunos ejemplos más para entenderlo
mejor. En este mismo evangelio en el capítulo 4, podemos ver el relato de Jesús
con la mujer samaritana y en los versículos del 13 al 15 leemos:
Respondió Jesús y le dijo:
Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; más el que bebiere
del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré
será en él una fuente de agua que salte
para vida eterna. La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí
a sacarla.
En este pasaje ocurre como
en el anterior del lavamiento de los pies, la mujer como Pedro y como es lógico
en el hombre natural, al principio no entienden la enseñanza espiritual del
Maestro. Esta mujer samaritana entendió que Jesús le iba a proporcionar agua
física o material para saciar su sed, pero para nada Jesús se estaba refiriendo
a eso. Los evangelios están llenos de esa forma tan peculiar de enseñar que
tiene el Maestro. En Mateo 18, versículo 8 y 9, dijo Jesús:
Por tanto, si tu mano o tu
pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la
vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego
eterno. Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es
entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el
infierno de fuego.
¿Acaso puede pensar alguien
que Jesús se estaba refiriendo literalmente a cortarse la mano o sacarse el
ojo? Creemos que estos ejemplos son suficientes, como para deber saber
diferenciar, entre lo que es un milagro de lo que es una parábola o alegoría, o
de una metáfora. Cosa que por lo visto a pesar de los muchos estudios y
títulos, los llamados teólogos o maestros en las respectivas sectas no lo
saben. Con razón dijo Pablo.
Que lo necio del mundo
escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios,
para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió
Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en
su presencia. (1 Corintios 1:27-28)
Queremos manifestar clara y
rotundamente, que en la última pascua que celebró Jesús con sus discípulos, es
totalmente falso que Jesús hiciese el milagro de convertir el pan y el vino en
su cuerpo, como manifiesta creer el catolicismo romano. Tampoco son ciertas las
diferentes enseñanzas de los evangélicos, mormones, testigos de Jehová,
adventistas, entre otros, que afirman que Jesús manda practicar un rito llamado
cena del Señor o santa cena.
Ya Jesucristo anteriormente
hizo la aclaración perfecta, de lo que más tarde en esa cena de la pascua quiso
simbolizar materialmente con el pan y el fruto de la vid. Estamos hablando,
claro está, del capítulo 6 del evangelio de Juan. Aquí entre otras cosas Jesús
dijo:
Yo soy el pan vivo que
descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el
pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. Entonces
los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?
Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo
del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. (Juan 6: 51-53)
Esto que hemos leído en Juan
6, es lo mismo que Jesús le volvió a recordar, a sus discípulos en aquella
cena. Solo que quiso en ese momento simbolizarlo físicamente con el pan y el
vino. Comer del pan de vida, esto es de Cristo, significa entre otras cosas:
andar como el anduvo. Comer de su carne y de su sangre, es ser consciente de
estar dispuesto a sufrir el mismo calvario que Jesús sufrió por amor a la
Verdad.
Cuando Jesús dijo:
Haced esto en memoria de mí,
fue después de haber dicho: “Esto es mi cuerpo que por vosotros es dado”.
Jesús no estaba diciendo que
se debía hacer un ritual de ello como muchas sectas enseñan, sino a su cuerpo
que por nosotros es dado (Jesús les servía, les enseñaba, les curaba, les
pastoreaba y puso su vida por nosotros), y al igual que Él, nosotros somos
llamados a dar nuestros cuerpos por los demás; y esto, como discípulos suyos,
solo lo debemos hacer en memoria de Él. Porque como bien enseñó en aquella
última pascua diciendo:
Porque ejemplo os he dado,
para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis (Juan 13:15)
¿Y qué ocurre con 1
Corintios 11? En los versículos 17 al 34, Pablo reprende a los Corintios,
porque estos, cuando se reunían como iglesia, tenían entre ellos divisiones y
esto, dice Pablo, no es comer la cena del Señor (Vers. 17-20). Porque se
adelantaban unos a otros al comer, unos tenían hambre, otros se saciaban y
otros se emborrachaban.
Cuando se reúne como
Iglesia, el Maestro enseña a que no nos reunamos para agradar a la carne
comiendo y bebiendo, sino para comer y beber de Cristo y esto no simbólicamente
repartiendo pan y vino, sino en espíritu y verdad como corresponde a los
verdaderos; unidos compartiendo, ayudando, enseñando, exhortando…. en memoria
de Él.
Como Pablo dice en otra parte:
Porque el reino de Dios no
es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu (Romanos 14:17)
Por eso señala en el
versículo 27, que:
Cualquiera que comiere este
pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la
sangre de Cristo.
Y continúa en los versículos
siguientes aclarando esto. Queriendo enseñar, que lo que venían haciendo de
comer cada uno lo suyo, sin esperarse unos a otros, dejando con hambre a los
que no tenían y emborrachándose, no era comer la cena del Señor. Por eso
termina con los versículos 33 y 34, poniendo orden diciendo:
Así que, hermanos míos,
cuando os reunís a comer, esperaos unos a otros. Si alguno tuviere hambre, coma
en su casa, para que no os reunáis para juicio.
El mismo Pablo deja todo
esto muy claro en esta misma carta a los Corintios en el capítulo 5:7-8,
diciendo:
Limpiaos, pues, de la vieja
levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra
pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la
fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad,
sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad.
Nuestra Pascua es Cristo,
que ya fue sacrificado, y celebramos la fiesta continuamente con panes sin
levadura, esto es, de sinceridad y de verdad. Es nuestra celebración de la
Pascua; comer del Cordero, pero no del cordero que se sacrificaba en la pascua
judía, sino del Cordero de Dios, Cristo. ¿Dónde enseña Pablo en todo esto un
ritual, celebrándolo de cuando en cuando, comiendo pan y bebiendo vino y
llamándole la Santa Cena, Eucaristía o Cena del Señor, como lo hacen las
religiones o sectas? No se deje engañar más por las religiones, sectas y
denominaciones; con sus ritos y ceremonias tradicionales, que son según las
gentes pero no conforme a la Verdad.
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