¿SON BÍBLICOS LOS SACRAMENTOS CATÓLICOS?
Según la iglesia católica
romana los sacramentos son: “Signos visibles de la gracia invisible que Cristo
constituyó para santificar a los hombres. Los sacramentos son siete: bautismo,
confirmación, eucaristía, penitencia, extremaunción, orden y matrimonio.”
Respuesta a la luz de las
Sagradas Escrituras:
La palabra “sacramento”, no
aparece ni tan sola una vez en las Escrituras y, mucho menos, que Cristo
constituyese signos visibles de la gracia invisible para santificar a los
hombres; y tampoco que fuesen siete. Por lo tanto, podemos afirmar con toda certeza
que, dichas enseñanzas, son totalmente falsas. Jesucristo nunca nos enseñó que
debiéramos usar signos o símbolos visibles (materializados) para visibilizar lo
espiritual. Dios es el que santifica a su Iglesia y esto por medio de su
Palabra, visibilizándose como Jesús nos dijo: “por sus frutos los conoceréis” y
esto no son signos ni símbolos, sino una vida consagrada a Él, implicada en
guardar sus mandamientos, los tales no son gravosos.
Y por ellos yo me santifico
a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad. Santifícalos
en la verdad: tu Palabra es verdad. Juan 17: 17 y 19
La santificación es el
resultado de oír a Dios primeramente, creerle e ir adquiriendo fe en Él y todo
esto a través de su Palabra.
Así que la fe viene del oír,
y el oír, mediante la Palabra de Cristo.
Romanos 10:17
Toda Escritura es inspirada
por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir y para educar en la
justicia; así el hombre de Dios se encuentre perfecto y preparado para toda
buena obra. 2ª Timoteo 3:16 y 17
Según la iglesia católica
romana: el bautismo es el primero de los sacramentos, llamado también “puerta
de la Iglesia”. Es un sacramento instituido por Cristo que tiene la virtud de
purificar el alma del pecado original y regenerarla mediante el agua y el
Espíritu Santo. Antes de ascender a los cielos el Señor envió a los apóstoles a
predicar y bautizar a todas las gentes (Mat.18:19).
Respuesta a la luz de las
Sagradas Escrituras:
La única puerta que tiene la
Iglesia verdadera (sus ovejas), es Cristo.
Jesús dijo: “En verdad, en
verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas” (Iglesia). Juan 10:7
Decir que el bautismo en
agua tiene la virtud de purificar y regenerar el alma del pecado original o que
quita el pecado original es una auténtica herejía, sólo Jesús nos purifica de
TODO pecado.
Pero si caminamos en la luz,
como Él mismo está en la luz, estamos en comunión unos con otros y la sangre de
su hijo Jesús nos purifica de todo pecado.
1ª Juan 1:7
En el evangelio de Mateo,
capítulo 18, versículos 19 y 20; Jesús se refiere, claramente, a bautizar en el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, pero para nada menciona que fuera en agua, sino en el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y esto implica el enseñar todas las cosas
que Él nos ha mandado. La palabra “bautismo”, significa inmersión, sin
implicación de materia alguna. Por ejemplo, hoy en día se utilizan muchos
términos como, “estoy bautizado en el fútbol o en el trabajo”, dando a entender
que se está inmerso, esto es, plenamente dedicado a ello, donde el agua no
tiene ninguna implicación, de ahí que es necesario explicar o decir en qué
somos bautizados, que es en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Claramente, esto es en la divinidad. En Dios somos inmersos. Esto es
espiritual. Jesucristo no bautizó en agua, ni tampoco mando hacerlo. Jesús
bautizó y bautiza en Espíritu Santo. Juan el bautista dijo:
Y yo no le conocía pero el
que me envió a bautizar en agua, me dijo: Aquel sobre quien veas que baja el
Espíritu Santo y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu
Santo. Juan.1:33
Según la iglesia católica la
confirmación es para los nacidos de nuevo como hijos de Dios. En ella los
fieles deben afirmar ante los hombres la fe que han recibido de Dios a través
de la Iglesia
Respuesta a la luz las
Sagradas Escrituras:
En ningún lugar de las
Escrituras, encontraremos que los nacidos de nuevo, hijos de Dios o fieles a
Cristo, deben afirmar ante los hombres la fe, y esto en un día concreto y bajo
un ritual religioso, como lo realiza la iglesia católica. Nuestro Maestro nos
enseña que no debemos hacer las cosas ante los hombres, para ser vistos por
ellos como los hipócritas.
Cuidad de no practicar
vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo
contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre. Mateo 6:1
La fe viene por el oír la
Palabra de Dios y no a través de la Iglesia.
Por tanto, la fe viene de la
predicación, y la predicación por la Palabra de Cristo. Rom. 10:17
Según la iglesia católica la
eucaristía es el sacramento, en el que Jesucristo, presente bajo las especies
de pan y vino, es ofrecido y recibido. Ellos enseñan que en este sacramento
están, verdadera y substancialmente presentes el cuerpo, sangre, alma y
divinidad de nuestro Señor Jesucristo. Cristo entero está presente bajo la
especie de pan y bajo cada partícula de esta especie, y asimismo bajo la
especie de vino y sus partes separadas.
Respuesta a la luz de las
Sagradas Escrituras:
Cuando Jesús comió la pascua
con sus discípulos dicen las Escrituras que:
Tomó luego pan, y, dadas las
gracias, lo partió y se lo dio diciendo: “Éste es mi cuerpo que es entregado
por vosotros; haced esto en recuerdo mío”. De igual modo, después de cenar tomó
la copa, diciendo: “Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre, que es
derramada por vosotros”. Lucas 22:19 y
20
La Palabra de Dios no
denomina este acontecimiento como
Eucaristía, ni tampoco la Santa Cena. Simple y llanamente, Jesucristo
celebró por última vez con sus discípulos la pascua judía. Ahora bien, “Jesús
tomando el pan” lo usa como ejemplo de ese cuerpo que por nosotros iba a ser
entregado y “tomando el vino” lo usa como ejemplo de su sangre que sería
derramada por nosotros, representando la nueva Alianza o Pacto. Sólo en este
evangelio de Lucas, aparece el “haced esto en memoria de mí”, que se refería a
su cuerpo que era entregado por nosotros. Jesucristo en ningún momento nos
estaba diciendo que hiciésemos de este acontecimiento, todo un ritual para
practicarlo una vez al día, o una vez a la semana, o que lo tomásemos por
costumbre, sino que se estaba refiriendo a su cuerpo entregado por nosotros,
para que nosotros hagamos lo mismo y esto en memoria suya. Con el vino no hace
lo mismo, diciéndonos que lo hagamos en memoria suya, puesto que el vino
representaba en ese momento, la sangre de Cristo del Nuevo Pacto que sólo Él podía derramar por
nosotros, para nuestra salvación y vigencia de ese Nuevo Pacto. Cuando nuestro
Maestro nos da una enseñanza, y para ello utiliza alguna materia, como en este
caso el pan y el vino, no es para que nosotros hagamos de ello un ritual o
símbolos ceremoniales, sino para que, a través del ejemplo, entendamos la
enseñanza. Jesús no se estaba refiriendo literalmente al comer de su carne y al
beber de su sangre, sino que con este ejemplo, Jesucristo se estaba refiriendo
a la necesidad eminente que tiene el ser humano, de vivir en Él comiéndole y
bebiéndole, esto es, alimentándonos viviendo y creyendo en ese sacrificio de Su
Cuerpo y de Su Sangre que nos lleva a la vida eterna.
Según la iglesia católica la
penitencia es el sacramento mediante el
cual la absolución del sacerdote remite los pecados cometidos después del
bautismo.
Respuesta a la luz de las
Sagradas Escrituras:
La Palabra de Dios nos
enseña, que sólo Jesús nos puede limpiar y perdonar nuestros pecados. Es solo a
Él, al que debemos confesar nuestros pecados para que nos limpie y recibamos su
perdón.
Si confesamos nuestros
pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de
toda maldad. 1ª Juan 1:9
No habiendo otro mediador y
abogado entre Dios y los hombres.
Porque hay un sólo Dios, y
un sólo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre. 1ª Timoteo 2:5
Hijitos míos, estas cosas os
escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para
con el Padre, a Jesucristo el justo. 1ª Juan 2:1
El sacerdote católico que a
su vez es tan pecador como el penitente, no tiene potestad de parte de Dios, de
imponer a ningún otro ser humano ningún tipo de sanción o requerimiento de
oraciones, o buenas obras, y, mucho menos, en relación a la gravedad de los
pecados.
Según la iglesia católica la
extremaunción es el sacramento de la Nueva Ley, instituido por el mismo Cristo,
para conferir al cristiano enfermo en peligro de muerte la salud del alma y a
veces la del cuerpo, en virtud de la unción con óleo bendecido y de la oración
del sacerdote.
Respuesta a la luz de las
Escrituras:
Decir que este sacramento es
de la Nueva Ley, instituido por el mismo Cristo, es tan falso como todo lo que
le acompaña a tal doctrina de la Iglesia Católica Apostólica Romana. Ningún
sacerdote, obispo, cardenal o ni el mismísimo papa, puede demostrar que esto
sea cierto. En ningún lugar de las Sagradas Escrituras, aparece nada de esto.
La salud de nuestra alma, cuerpo y espíritu, esto es, de todo nuestro ser,
depende de, si vivimos verdaderamente en Él, y entonces estaremos perfectamente
sanos y dispuestos para partir con el Señor en cualquier momento y bajo
cualquier circunstancia. Lo que para los verdaderos, debe suponer un momento de
alegría y no de tristeza. Esta sanidad de todo nuestro ser, sólo es posible por
medio de la obediencia a la Palabra de Dios.
Y el mismo Dios de paz os
santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea
guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. 1ª Tes. 5:23
Según la iglesia católica el
sacramento de la orden sacerdotal es instituido por el mismo Cristo, por el que
se confiere a varones bautizados la potestad espiritual y la gracia necesaria
para el recto desempeño de los ministerios eclesiásticos o sagrados.
Respuesta a la luz de las
Escrituras:
Decir que es instituido por
el mismo Cristo, es totalmente falso y por lo que tendrán que dar cuenta a
Dios, todos aquellos que enseñan estas falsas doctrinas y levantan estos falsos
testimonios contra Cristo.
Las Sagradas Escrituras nos
dice:
Mas vosotros (hombres y
mujeres nacidos de nuevo y no solo a varones) sois linaje escogido, real
sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, (esto es, su Iglesia o
Cuerpo) para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas
a su luz admirable. 1ª Pedro 2:9
El último sacramento según
los católicos es el matrimonio, el cual dicen ellos que Cristo lo elevó a la dignidad
de sacramento el mismo contrato matrimonial entre bautizados, de forma que el
matrimonio confiere a los contrayentes el aumento de la gracia santificante y
las gracias especiales que le sostengan en el cumplimiento de los deberes de su
estado.
Respuesta a la luz de las
Sagradas Escrituras:
El matrimonio verdadero
según la Santa Palabra, o Dios, es la unión entre un hombre y una mujer. Dos
personas que deciden por amor entre ellas y fe en Dios, dejar a sus respectivos
padres, para vivir juntos el resto de sus vidas aquí en la tierra.
Jesús dijo en Mateo capítulo
diecinueve versículos tres al seis:
¿No habéis leído que el que
los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre
dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne?
Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó
(matrimonio), no lo separe el hombre.
El fin primario de esta
unión es el de no estar solos, y además el fruto y don de Dios a dicha unión,
es la procreación.
Dios nos dice claramente en
Génesis capítulo dos versículo dieciocho y capítulo uno versículo veintiocho,
lo siguiente:
No es bueno que el hombre
esté solo; le haré ayuda idónea para él. Y los bendijo Dios, y les dijo:
Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla… Génesis 2:18 y 1:28
De nuevo hemos de decir que
la palabra o definición de sacramento matrimonial, no existe en las Sagradas
Escrituras, y mucho menos que Cristo lo elevase a la dignidad de sacramento,
levantando así una vez más un falso testimonio.
Cierto es que Dios es el
autor del verdadero matrimonio, pero no de un sacramento matrimonial basado en
signos, rituales y otras muchas mentiras.
Después de haber contrastado
los siete sacramentos de la Iglesia Católica Apostólica Romana, con lo que dice
las Sagradas Escrituras, no queda la menor duda que son falsos, doctrinas y
mandamientos de hombres por los que tendrán que dar cuenta ante Dios en el
juicio final.
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