LA VERDAD SOBRE EL BAUTISMO
En los evangelios vemos a
dos personas relacionadas directamente con el bautismo. El primero, Juan el
bautista, bautizo en agua al pueblo de Israel hasta que fue encarcelado y más
tarde decapitado. El segundo, Jesucristo, bautizaría en Espíritu Santo no solo
a los israelitas sino también a los gentiles.
La primera persona que vino
bautizando en el Nuevo Testamento es Juan el Bautista y lo hacía en agua. Era
el mensajero que Dios envió para preparar el camino del Señor, anunciado por
los profetas (Malaquías 3:1, Isaías 40:3) y de quien Jesucristo dio testimonio
en Lucas 7:27 y Mateo 11:10.
Predicaba Juan el bautista,
su bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados y cuando lo hacía hablaba
a la gente diciendo:
Yo a la verdad os bautizo en
agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy
digno de llevar, es más poderoso que yo;
él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. (Mateo 3:1-11, Marcos 1:1-8, Lucas
3:2-16)
Cuando Juan vio venir a
Jesús hacia él dijo:
He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es
aquél de quien yo dije: Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí;
porque era primero que yo. Y yo no le conocía; más para que fuese manifestado a
Israel, por esto vine yo bautizando con agua. También dio Juan testimonio,
diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció
sobre él. Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél
me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése
es el que bautiza con el Espíritu Santo. (Juan 1:29-33)
Cuando Jesús vino de Galilea
a Juan al Jordán, para ser bautizado por él (en agua), Juan se le oponía
diciendo:
Yo necesito ser bautizado
por ti, ¿y tú vienes a mí? Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así
conviene que cumplamos toda justicia. (Mateo 3:13-15)
Aquí vemos de nuevo como
Juan sabía que Jesús era el que le iba a relevar bautizando, no en agua (Juan
4:2), sino en Espíritu Santo. Jesús al dejarse bautizar por Juan en agua no
estaba haciendo otra cosa que cumplir con la Ley y los Profetas que fueron
hasta Juan (Mateo 11:13)
En ese momento concreto en
el que Juan bautiza a Jesús en agua, comienza el tiempo del relevo. Juan tiene
que menguar hasta dejar de ser, y con él su bautismo en agua y dar paso a
Jesucristo y a su bautismo en Espíritu Santo.
Poco antes de ser Juan
decapitado y encarcelado dijo:
Vosotros mismos me sois
testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de él.
El que tiene la esposa, es el esposo;
más el amigo del esposo, que está a su lado y le oye, se goza grandemente de la
voz del esposo; así pues, este mi gozo está cumplido. Es necesario que él
crezca, pero que yo mengüe. (Juan 3:28-30)
Antes de proseguir es
conveniente hacer una aclaración de lo que significa la palabra bautismo. La
palabra BAUTISMO es transliterada de la palabra griega BAPTIZO, que según todo
léxico reconocido, significa: inmergir, sumergir, zambullir, hundir, empapar,
cubrir, teñir. Así que, la palabra BAUTISMO en español no es traducción, sino
una palabra literalmente traída de otra lengua. Sin expresar ninguna
traducción, las letras griegas son representadas por las españolas y así es
creada la palabra. El idioma griego da su sentido radical y original. Así que
el diccionario enciclopédico abreviado: “BAUTIZAR” del griego BAPTIDZEIN,
inmergir.
La palabra BAUTISMO implica
un acto (lavar, teñir, sumergir, manchar, empapar…) sin incluir ningún estado
de la materia, ya sea liquida, solida o gaseosa. Para saber en qué somos
bautizados, hemos de añadir la materia.
Ejemplos:
Yo a la verdad os he
bautizado con agua (Marcos 1:8)
¿Puede acaso alguno impedir
el agua, para que no sean bautizados….? (Hechos 10:47)
Y todos en Moisés fueron
bautizados en la nube y en el mar. (1 Corintios 10:2)
Deducimos claramente, que en
los casos donde aparece la palabra bautismo, sin que se añada el elemento o
materia no podemos saber en qué se fue bautizado, a no ser que el contexto nos
lo haga entender.
Ejemplos:
Y al momento le cayeron de
los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue
bautizado. (Hechos 9:18)
Un solo Señor, una sola fe,
un solo bautismo (Efesios 4:5)
Estas cosas sucedieron en
Betábara, al otro lado del Jordán, donde
Juan estaba bautizando. (Juan 1:28)
En Marcos 10:38 y 39, Jesús
les estaba diciendo a sus discípulos, que Él estaba siendo bautizado con un
bautismo con el que también ellos serían bautizados; está claro que no se
refería al bautismo en agua, puesto que ya habían sido bautizados en agua. El
bautismo al que Jesús se estaba refiriendo era al de su vida y su muerte, esto
es, Él estaba inmerso, sumergido, siendo bautizado todo el tiempo hasta su
muerte.
En Lucas capítulo 12
versículos 50 Jesús dice:
De un bautismo tengo que ser
bautizado; y ¡cómo me angustio hasta que se cumpla!
Aquí hace referencia al
bautismo de su muerte.
En Mateo capítulo 28
versículo 19 dice Jesús:
Por tanto, id, y haced
discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo. (Mateo 28:19)
En este versículo para nada
aparece el agua, sino en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo,
esto es, empapándolos o sumergiéndolos en el nombre del Padre, Hijo y Espíritu
Santo. La pregunta que nos hacemos inmediatamente es ¿Y cómo es esto? En el
versículo 20 que le sigue obtenemos la respuesta; enseñándoles que guarden
todas las cosas que os he mandado.
En Gálatas 3:27, Pablo hace
una definición preciosa de lo que venimos hablando, diciendo: Porque todos los
que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. El bautismo
de Cristo nos reviste, esto es, nos tiene cubiertos, sumergidos, impregnados…de
Él.
Hay quienes mandan que se
debe bautizar en agua como símbolo a nuestra muerte y sepultura al pecado,
queriendo justificarlo con los versículos de Romanos 6:4 y Colosenses 2:12,
pero de nuevo hemos de decir que para nada este bautismo se refiere al bautismo
en agua, sino al bautismo de su vida y muerte como mencionamos anteriormente.
Si analizamos los versículos
de Colosenses 2:10-12, nos viene a decir, que en Cristo estamos completos
(Vers. 10). Siendo en Él circuncidados con circuncisión no hecha a mano (Vers.
11), sepultados y resucitados con Él, en el bautismo mediante la fe (no
mediante el agua, vers.12)
Jesucristo nunca nos mandó
practicar algo como para simbolizarlo, de ahí que no nos mandó a practicar el
bautismo en agua. Este se cumplió con su venida, caducando al entrar en vigor
el bautismo del Espíritu Santo.
Nuestro Maestro no bautizo
en agua, ya que para esto fue llamado y enviado Juan el bautista. Jesús
bautizaría en Espíritu Santo y mando bautizar en el nombre del Padre, del Hijo
y del Espíritu Santo, enseñándoles que guarden todas las cosas que nos mandó. El
bautismo en agua ni lo practicó Jesús, ni mando practicarlo.
Pablo respondió
correctamente en 1 Cor. 1:14-17, pues ciertamente Cristo no le envió a bautizar
(en agua), sino a predicar el evangelio (Hechos 9:15,16 y 20), que corresponde
al bautismo de Mateo 28:19-20. ¿Cómo podría decir un apóstol, que Cristo no le
mando a bautizar, si realmente se refería Mateo 28:19-20 al bautismo en agua?
En Hechos 19:1-6, Pablo les
pregunto a ciertos discípulos, si habían recibido el Espíritu Santo cuando
creyeron, y no cuando fueron bautizados en agua, a lo que los discípulos
respondieron que ni siquiera habían oído si había Espíritu Santo. Entonces
Pablo les dijo: “¿en qué, pues, fuisteis bautizados?”
Esta pregunta de Pablo da a
entender claramente, que no habían recibido
al Espíritu Santo cuando creyeron, siendo únicamente bautizado por el bautismo
de Juan (en agua) Y el bautismo con el que seriamos bautizados era con Espíritu
Santo.
Cuando ellos le respondieron
que en el bautismo de Juan, Pablo les tuvo que aclarar que Juan bautizó con
bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo (israelita) que creyesen en
aquel que vendría después de él, esto es en Jesucristo. Cuando oyeron esto
fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús y el Espíritu Santo vino sobre ellos.
Queda perfectamente aclarado por Pablo, que el bautismo con el que tenemos que
ser bautizados es con el del Señor Jesús en Espíritu Santo, y no con el de Juan
en agua, con el que habían sido bautizados estos discípulos anteriormente.
En Efesios 4:5, de nuevo
Pablo lo deja bien claro cuando escribe que de la misma manera que hay un
cuerpo, un Espíritu, un Señor, una fe, también hay un solo bautismo.
Está clarísimo que la
decisión que tomaron en Hechos 15 fue la correcta, al no imponerles el bautismo
de Juan en agua a los gentiles, pues dicho bautismo no correspondía al pueblo
gentil sino al de Israel (Juan 1:31) y solo hasta que viniese el del Espíritu
Santo.
Ahora podemos comprender
claramente porque ninguno de los apóstoles enseñó ni mandó practicar el
bautismo de Juan en agua. De ahí que en ninguna de las iglesias del nuevo pacto
aparece la celebración o práctica de dicho bautismo.
Hay quienes, ignorando todo
esto, mal interpretan las palabras de Jesús, en Juan 3:5, cuando dijo:
De cierto, de cierto te
digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino
de Dios.
E inmediatamente lo anexan
al bautismo en agua ¡pero, oh insensatos, ciegos, guías de ciegos! ¡Nada más
lejos de la Verdad! Jesús para nada se estaba refiriendo al bautismo de Juan en
agua ¿Dónde se encuentra en este relato la palabra bautismo? Pero es que además, el contexto deja muy
clarito, a qué se estaba refiriendo el Maestro. A la pregunta que Nicodemo hace
a Jesús en el versículo 4, de que ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo?
Jesús le responde, que hay
que nacer de agua y del Espíritu para entrar en el reino de los cielos. Es algo
tan elocuente como que todos tenemos primeramente que nacer de agua, esto es,
como humanos o en carne. Todas las personas hemos estado y sido en el vientre
de nuestras madres bautizados en agua, es decir, inmersos o revestidos en o de
agua (líquido amniótico). De ahí que es necesario primero nacer de agua y
después del Espíritu (nuevo nacimiento) para entrar en el reino de Dios. Es por
eso que Jesús le sigue contestando a Nicodemo en el versículo 6, que:
Lo que es nacido de la carne
(como personas, nacer en agua), carne es; y lo que es nacido del Espíritu,
espíritu es.
Algo muy parecido, ocurre
con 1 Juan 5:6 donde dice:
Este es Jesucristo, que vino
mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y
sangre.
Claramente nos enseña este
versículo que, Jesucristo es Dios (Espíritu), que vino como todo ser humano, es
decir, como hombre (Filipenses 2:5-8) mediante agua y sangre. Recalcando que no
solamente en agua, sino mediante agua (nacimiento humano) y sangre (como hombre
y carne) ¡y tanto que vino mediante sangre!, derramándola por toda la humanidad
¿Dónde aparece en todo esto el bautismo de Juan en agua?
Otros, no teniendo argumento
bíblicos, para contradecir o redargüir esta gran verdad que venimos enseñando,
de acuerdo a la Santa Palabra. Creen suficiente, como para imponer y avalar tal
mandamiento del bautismo en agua, el hecho de que Felipe bautizó al eunuco y
Pedro o Pablo bautizaron a algunos más. El libro de los Hechos de los apóstoles
recoge los actos de los apóstoles seguidamente después de la muerte y
resurrección de Jesús (donde se produce una mezcla de la ley y la gracia).
Comenzando ya en el versículo 5, del capítulo primero, a decirnos claramente
que:
Juan ciertamente bautizo
(pasado) con agua, más vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo.
El que Felipe y otros aun
bautizaran a algunos en agua, corresponde a lo lógico y normal dentro de ese
momento histórico. El bautismo de Juan en agua aún estaba inmerso dentro del
pueblo judío. El cambio de la ley a la gracia tuvo un proceso de tiempo. Esto
se puede ver claramente en el libro de los Hechos, no solo con el bautismo en
agua, sino también con la circuncisión, el hacer voto, las fiestas judías, la
adoración el templo, el día de reposo, la abstención de sangre, lo sacrificado
a los ídolos, el ayuno, etc., etc. Cosas que con el cambio (de la Ley a la
Gracia) fueron caducando y desapareciendo.
Algunos otros ven en 1 Pedro
3:21 el bautismo en agua. Sin embargo lo que Pedro nos esta diciendo ahí es que
así como la familia de Noé fue salvada del agua por el arca, nosotros también
(como antitipo, es decir como realidad correspondiente a aquella figura) somos
salvos por el bautismo, a través de la resurrección de Cristo. Claro no de la
carne (bautismo en agua) sino por una buena conciencia ante Dios (Espíritu).
Este es el bautismo de Cristo. El del Espíritu Santo. Recuerde: Uno solo Señor,
una sola fe, un solo bautismo. (Efesios 4:5)
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