LA VERDAD SOBRE LOS PASTORES
pastores engañadores, pastores falsos, falsos pastores, pastores adúlteros, asalariados,
La palabra “pastor”, como
todos sabemos, es usada para definir a una persona que guarda, guía y apacienta
el ganado. Así que, el pastor o los pastores de ovejas, son aquellos que
guardan, guían y apacientan el rebaño de ovejas.
Dios ha usado estos mismos
términos para con su pueblo, llamándole “rebaño de ovejas” y, dentro de ese
rebaño, a los que deben guardarlas, guiarlas y apacentarlas, “pastores”.
Podemos decir que el pueblo
de Israel ha tenido muchos pastores, esto es, personas que fueron escogidas del rebaño para guardar,
guiar y apacentar a dicho pueblo.
Seguidamente veremos algunos ejemplos:
Es sabido que Dios usó a Moisés y Aarón como pastores para sacar a su
pueblo de Egipto y conducirlos a La tierra prometida (ver Éxodo). El mismo
Moisés no pudiendo entrar en la tierra prometida, pidió a Jehová un varón sobre
la congregación, que saliese delante de ellos y que entrase delante de ellos,
que los sacase y los introdujesen, para que la congregación de Jehová no fuese
como ovejas sin pastor. Y Jehová les dio
a Josué hijo de Nun en respuesta a la petición que Moisés le hizo, y
Josué guió al pueblo de Israel (Num.27:15-23). En el Antiguo Testamento podemos
ver los dirigentes que tuvo Israel y, para con todos ellos, podemos decir que
fueron pastores del rebaño. Unos lo hicieron mejor y otros peor, unos
mal y otros muy mal.
Lo cierto es, que el término “pastor” es usado para referirse al que guía
un rebaño de ovejas y a su vez, como comparación ilustrativa, para con el
hombre que guía al pueblo. También Salomón, como rey del pueblo Israelita que
fue, forma parte de esos pastores que
tuvo Israel. Es su padre el rey David
quien escribió el salmo 23 que dice:
Jehová es mi pastor; nada me
faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de
reposo me pastoreará. Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por
amor de su nombre…
El rey David mismo, como
pastor de ovejas que fue antes que Dios le escogiese para guiar a su
pueblo y, por lo tanto, buen conocedor
de ello, expresa en este Salmo lo que Dios es para él, y lo hace en términos
comparativos e ilustrativos, de Jehová como su Pastor y él como su oveja.
Con el paso del tiempo, podemos ver en el
Antiguo Testamento, como muchos de esos dirigentes que debían guiar y apacentar
al pueblo como los pastores guían y apacientan a las ovejas, fueron
desobedientes a Jehová y desatendieron al rebaño. Es a través del profeta
Ezequiel, donde mejor manifestó Jehová su desacuerdo y descontento, diciendo:
“Hijo de hombre, profetiza
contra los pastores de Israel; profetiza, y di a los pastores: Así ha dicho
Jehová el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los pastores a
los rebaños? Coméis la grosura, y os vestís de la lana; la engordada degolláis,
mas no apacentáis a las ovejas. No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la
enferma; no vendasteis la perniquebrada, ni volvisteis al redil la descarriada,
ni buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreados de ellas con dureza y
con violencia. Y andan errantes por falta de pastor, y son presa de todas las
fieras del campo, y se han dispersado. Anduvieron perdidas mis ovejas por todos
los montes, y en todo collado alto; y en toda la faz de la tierra fueron
esparcidas mis ovejas, y no hubo quien las buscase, ni quien preguntase por
ellas. Por tanto, pastores, oíd palabra
de Jehová: Vivo yo, ha dicho Jehová el Señor, que por cuanto mi rebaño fue para
ser robado, y mis ovejas fueron para ser presa de todas las fieras del campo,
sin pastor; ni mis pastores buscaron mis ovejas, sino que los pastores se
apacentaron a sí mismo, y no apacentaron mis ovejas; por tanto, oh pastores, oíd
palabra de Jehová: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo estoy contra los
pastores; y demandaré mis ovejas de su mano, y les haré dejar de apacentar las
ovejas; ni los pastores se apacentarán más a sí mismos, pues yo libraré mis
ovejas de sus bocas, y no le serán más por comida. Porque así ha dicho Jehová
el Señor: He aquí yo, yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré
“(Ezeq.34:1-11).
Así que, la palabra “pastor”
o “pastores” es usada en el Antiguo Testamento, refiriéndose a todas aquellas
personas que tenían el deber y la responsabilidad de guiar, según la voluntad
de Dios, al pueblo de Israel como: reyes, profetas, jueces, sacerdotes etc.
y, a su vez, como ejemplo comparativo e
ilustrativo, con el pastor de ovejas y su rebaño. Dicha palabra no se usó como
título personal, llamándoles o llamándose así mismo: el pastor Moisés, o el
pastor Samuel o el pastor Jeremías etc.
Tampoco se usó dentro de un orden jerárquico de culto o eclesiástico.
Jehová, cansado de ver como los pastores
descuidaban y se aprovechaban de las ovejas,
haría dejar que los pastores las
apacentasen, librándolas de ellos. Él mismo vendría a pastorearlas. La claridad
con que Dios lo dice es absoluta, no dejando ningún resquicio de duda; Sus
ovejas (pueblo), no serían más pastoreadas por hombres, sino Él mismo vendría y
sería su Pastor.
Cuándo ocurrió o se cumplió
ésta profecía? Para todos los que amamos a Dios, le oímos y, por consiguiente,
escudriñamos su Palabra, sabemos que esto se cumplió con la venida de nuestro
Señor Jesucristo, que no era otro, sino el mismísimo Emanuel, esto es, Dios con
nosotros (ver Mat.1:23).
Jesucristo dijo: “De cierto,
de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas,
sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. Mas el que entra por
la puerta, el pastor de las ovejas es. A éste abre el portero, y las ovejas
oyen su voz; y a sus ovejas llama por su nombre, y las saca. Y cuando ha sacado
fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque
conocen su voz. Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no
conocen la voz de los extraños. De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta
de las ovejas. Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores;
pero no los oyeron las ovejas. Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será
salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para
hurtar y matar y destruir; Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por
las ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias
las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo rebata las
ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no
le importan las ovejas” (Juan 10:1-13).
En lo que acabamos de leer,
Jesucristo mismo da testimonio de que él es el buen pastor que había de venir,
confirmándose así el cumplimiento de la profecía que Jehová Dios hizo en
Ezequiel 34. Jesús se presenta como esa única puerta por la que se ha de
entrar, y aquellos que entran por otra parte, son ladrones y salteadores,
asalariados, de quien no son las ovejas, como también leímos en Ezequiel: se
apacientan a sí mismos, comen la grosura
y se visten de ellas. “Entrar por la puerta o entrar por Jesucristo”, significa
seguir su ejemplo como bien nos enseñó, para que así, como Él había hecho,
nosotros también hagamos (Jn.13:15). ¿Cuándo cobró nuestro Maestro un salario
por predicarnos, enseñarnos o apacentarnos? ¿No fue todo lo contrario dando
además de comer a los hambrientos e incluso pagó los impuestos de otros?
(Mr.6:32-44, Mat.17:27). Recordemos la enseñanza del buen samaritano, no solo
le curó las heridas, sino que también le llevó en su cabalgadura a un mesón, y
cuidó de él pagando todos los gastos que fueron necesarios (ver Luc.10:30-35). No es de extrañar, que Dios esté en contra de
todos aquellos que dicen ser “pastores”, y que, además, les gustan y enseñan a
que se les llamen pastor, padre, reverendo, maestro o apóstol,… y aman los primeros
asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas o templos.
Cuando, si hubiesen entrado por la Puerta, habrían oído a Jesús y sabrían
que sólo hay un Pastor, Maestro y
Apóstol, y todos los demás somos hermanos (Mat.23:6-12).
Dentro de estos falsos
pastores y asalariados, hay muchos que enseñan, además, que se debe dar como
mínimo la décima parte de lo que se gana, diciendo que esto es un mandamiento
de Jesucristo y avalándolo con Mateo 23:23 y, que si no se diezma, se le está
robando a Dios. Para avalar esto, usan
principalmente a Malaquías 3:7-10. Éstos ignoran, voluntariamente, que
con la venida de nuestro Pastor, todos los profetas y la ley (a la que
pertenecía el diezmar) profetizaron hasta Juan el bautista (Mat.11:13). De ahí
que Jesús les llama a ellos, esto es a los “pastores”, ladrones y salteadores,
pues les están robando a Sus ovejas, principalmente con la ley del diezmo y con
el mal uso de las ofrendas, diciendo que Él así lo enseñó, cuando esto es
totalmente falso.
Hay quienes mal justifican
el cobro del salario con las palabras que Jesús dijo a sus discípulos en el
evangelio de Lucas 10:7, donde dice: “Y posad en aquella misma casa, comiendo y
bebiendo lo que os den; porque el obrero es digno de su salario”. Para nada se
estaba refiriendo Jesús al cobro de un salario, ya fuere semanal, mensual o de otra índole. El salario al que
Jesucristo se estaba refiriendo era al de la comida, diciéndoles que donde les
diesen de comer, comiesen, porque como obreros, eran dignos de ese salario o
alimento. En el evangelio de Mateo 10:10 dijo Jesús: “No os proveáis de alforja
para el camino, ni de dos túnicas, ni de calzado, ni de bordón; porque el
obrero es digno de su alimento”. Pablo
avala todo esto que venimos diciendo con un contexto amplísimo,
diciéndonos, como no podía ser de otra manera, que el evangelio es gratuito y
que le imitemos trabajando con nuestras manos para nuestro sustento, y no ser
gravosos en nada a la iglesia de Dios (1ª Cor.9:18, 1ª Tes.2:9, 4:11, 2º
Tes.3:6-10).
Hay una regla necesaria e
imprescindible, que debemos siempre
tener en cuenta cuando escudriñamos las Escrituras buscando la Verdad, y
es que Jesucristo es nuestro Maestro y todo lo que digan los demás, debemos
analizarlo a la luz del Maestro. Cuando hacemos esto, vemos cómo hay un mismo
Espíritu en Pablo, Pedro, Juan… con el
Maestro, y entonces haremos una buena
comprensión e interpretación de lo que está escrito por el mismo Espíritu.
Tanto Pablo como Pedro, habían entendido
perfectamente que solo Jesucristo es el Pastor de las ovejas, a quien solo
pertenecen las ovejas. En la traducción
Reina y Valera en la carta a los Hebreos 13:7, 17 y 24, se ha mal
traducido la palabra “pastores”. En los escritos griegos no aparece dicha
palabra, siendo la traducción correcta
la de “líderes”. No sé a que es debido que en las distintas religiones, hagan
de ésta palabra todo un montaje, otorgando diplomas en los distintos seminarios
con el título de pastor. Además se apropian de un señorío y una autoridad sobre
las demás ovejas, que sólo a Jesucristo le corresponde. Hay quienes incluso
enseñan que como Cristo es cabeza de la
iglesia, así también ellos. Tales
aberraciones no corresponden a la enseñanza, ni mandamiento, de nuestro
Maestro. Ellos (los “pastores”) para querer justificar esa autoridad y superioridad
sobre los demás, dicen que están puestos por Dios, y usan mayormente el texto donde aparece la palabra pastores (¡ojo
en plural!), que dice:
“Y él mismo (Jesucristo)
constituyó a unos, apóstoles; a otros profetas; a otros, evangelistas; a otros
pastores y maestros” (Ef.4:11).
Hay un dicho muy popular
entre el mundo religioso que dice: “un texto sin su contexto es un pretexto”.
Pues bien, esto concretamente es lo que hacen con éste texto de Efesios 4:11.
Pues el contexto nos enseña que:
1º) Nuestro Maestro no puso a unos por encima de
otros, esto es, todos somos hermanos y aún al que llega más tarde a servir lo
equipara con el que llegó primero, haciéndolos iguales.
Jesús dijo: “Así, los primeros serán
postreros, y los postreros, primeros” (ver Mat.20:1-16).
“El discípulo no es más que
su maestro, ni el siervo más que su señor. Bástale al discípulo ser como su
maestro, y al siervo como su señor” (ver
Mat.10:24y25).
2º)
Jesucristo llamó a sus seguidores “discípulos o servidores” y, cuando se
dirigía a uno en particular, por su nombre: Juan, Judas, Jacobo, Felipe, Santiago, Andrés, Simón, etc…
3º) Hay que entender estos servicios de Efesios
4 dentro de la gracia o nuevo pacto y nunca según el viejo pacto. El servicio
ministerial en el nuevo pacto, no tiene ordenanzas de culto, ni un santuario
terrenal, como en el primer pacto (ver Hebr.9).
4º) Estos servicios o dones aparecen en plural,
como hemos visto en Efesios 4:11, enseñándonos
que en singular sólo le corresponde a Cristo y, cuando se refieren a los
hombres, siempre se ha de usar en plural, enseñándonos que dentro de su iglesia,
cuerpo o rebaño, los hombres o hermanos
(varón o mujer) somos todos llamados a servirle, imitándole a Él, por lo que en
la iglesia verdadera hay hermanos-as ejerciendo los dones o ministerios de
apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros, esto es, no un hermano
o hermana sólo, sino más de uno. Servicios diferentes entre los miembros, de
acuerdo a como Dios los pone y no los
hombres en seminarios, escuelas bíblicas, institutos bíblicos y cosas
semejantes. Estos dones son: Con el fin de perfeccionar a los santos (a todos)
para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta
que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la
estatura de la plenitud de Cristo (Ef. 4:12 y 13).
5º)
Los pastores, sacerdotes, ancianos, obispos, etc., no son los intercesores o mediadores ante el Padre, como
muchos enseñan. En muchísimos casos, estos falsos ministros abusan de tal
manera de las ovejas, que, para conocer sus problemas, les hacen una especie de
interrogatorio esforzándoles e inmiscuyéndose en asuntos personales, como
pueden ser los matrimoniales y sus relaciones. Asuntos que nadie más que Dios,
y los directamente implicados, tienen porqué conocer. En muchas ocasiones,
dichas actuaciones causan a las personas auténticos traumas. Estos pastores o
sacerdotes, llevan a las personas a que de alguna manera les confiesen sus
pecados, para así (según ellos) poder ser perdonados por Dios.
La Palabra de Dios nos dice: “Porque hay un
sólo Dios, y un sólo mediador entre Dios
y los hombres, Jesucristo hombre” ( 1ª Timoteo 2:5, Hebreos 8:25).
Ni papas, ni
pastores, ni sacerdote alguno, ha puesto Dios como mediador o intercesor
nuestro. Sólo y únicamente a nuestro Señor Jesucristo.
6º) Todo el pueblo de Dios
es llamado a servir como dicen las
Escrituras: Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa,
pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó
de las tinieblas a la luz admirable (1ª Pedro 2:9).
7º) Es muy importante
cambiar el concepto de la palabra pastor o pastores, tal como nos lo han podido
enseñar en las distintas religiones o sectas, por el concepto claro y perfecto
que nos enseña las Escrituras. Pastores,
ancianos, sacerdotes, obispos etc., son todos aquellos que apacientan el
rebaño, esto es, todos sus discípulos, y el Pastor, Obispo…, o el Príncipe de
los pastores, de los ancianos, de los sacerdotes…, esto es, de todos sus
discípulos, es JESUCRISTO. Cuando Jesús
nos dijo en Mat. 23:7-10 que no quisiéramos ser llamados, ni fuésemos llamados
maestros o padre, como hacían los fariseos, porque uno es nuestro Maestro, el
Cristo. Nos está diciendo por el mismo Espíritu que tampoco queramos ser
llamados, ni fuésemos llamados: pastor, obispo, sacerdote, etc., porque uno es
nuestro Pastor, Obispo, Sacerdote,
Profeta, etc. el Cristo.
8º) Tampoco instituyó Jesús a un grupo de
pastores o a un pastor o papa hombre, como la autoridad de, o sobre, la
iglesia. El Maestro nos enseñó el orden diciendo:
“Por tanto, si tu hermano
peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere has ganado a
tu hermano. Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca
de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la
iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano. De cierto os
digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que
desatéis en la tierra será desatado en el cielo” (Mat.18:15-18). Claramente,
Cristo a delegado en su iglesia, cuerpo o rebaño, compuesta por miembros o
ovejas, su autoridad y ésta asida, unida a su palabra o mandamientos, esto es,
la esposa unida a su esposo o amado, a su cabeza, que es el Señor.
Jesús dijo: Permaneced en
mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, sino
permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la
vid (la Puerta, el Pastor, el Camino, el Profeta…), vosotros los pámpanos; el
que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí
nada podéis hacer (Jn. 15:4-5).
Jesucristo hablaba para toda
la iglesia o rebaño, y no sólo a uno o a varios pastores u ovejas en particular
y, si lo hacía para con uno en singular, servía o indicaba a todos por igual.
Podríamos seguir y seguir
escribiendo acerca de ésta gran verdad, pero consideramos que es más que
suficiente para hacer despertar en aquellos pastores hombres y a su seguidores,
que mediten en esto y escudriñen las escrituras, porque ellas son las que dan
testimonio de la verdad (Juan 5:39).
Jesús dijo: También tengo
otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi
voz; y habrá un rebaño, y un Pastor (Juan 10:16).
Mis ovejas oyen mi voz, y yo
las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni
nadie las arrebatará de mi mano.
Juan 10:27 y 28
Dios
quiere que a partir de ahora usted no llame, ni tenga a nadie más por
Pastor que al único y verdadero, a nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
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