Más de lo mismo, de los falsos pastores actuales
¿Acaso Jesús enseñó o mandó que los hombres se llamaran o se les
llamasen pastor? Entonces ¿Por qué lo hacéis, llamándoos o llamando pastor
Edgar, pastor Manuel, pastor Eduardo…? Jesús enseñó: NO seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro el Cristo (Mateo 23:8) ¿Acaso dijo esto
Jesús sólo de los maestros o también de los pastores, obispos, sacerdotes,
ancianos…? Naturalmente, que se refería también a los pastores, sacerdotes,
obispos, reverendo, etc., etc. ¿Acaso algunos de los apóstoles o discípulo de
Jesús llamó a otro pastor, obispo o maestro tal y tal? Naturalmente que NO,
nunca, porque los verdaderos oyen al Maestro.
Jesús
enseñó: NO llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro
Padre, el que está en los cielos (Mateo 23:9) ¿Acaso dijo esto Jesús en
referencia a nuestro padre biológico o lo dijo acerca de aquellos que se llaman
y son llamados por los hombres padre (“espirituales”)? Naturalmente, Jesús lo
dijo acerca de estos sacerdotes o pastores que se llaman y les llaman padre
Andrés, papa Francisco, padre Leopoldo, etc., entonces ¿Por qué lo hacéis?
Estos falsos pastores y sacerdotes actuales dicen eso, que son nuestros
pastores, y preguntamos ¿Quién los pastorea a ellos? Dicen: Cristo, y que pasa
¿Qué a los demás no nos puede pastorear Cristo? En qué quedamos ¿Son ellos
mediadores entre Dios y los hombres? Pues esto es lo que ejercen, cuando las Escrituras enseñan que hay un solo mediador entre Dios y los hombres,
Jesucristo hombre (1 Tim. 2:5). Y, ¿Cómo son ellos enseñados y guiados por
Cristo? Dicen: por su Palabra, y preguntamos ¿Acaso la Palabra de Dios no fue
dada para todos por igual? Naturalmente que sí, con ella todos somos llamados a
enseñar, a redargüir, a corregir, a instruir en justicia, a fin de que el hombre
de Dios sea PERFECTO, enteramente preparado para toda buena obra (2 Timoteo
3:16 y 17). Es el poder de Dios por su Palabra, NO es el hombre. Da igual quien
sea o como se llame, la obra es de Dios y el hombre un mero instrumento para
honra, santificado, útil al Señor (2 Tim. 2: 19-21). Lo importante es que el
hombre sea fiel a la Palabra y esto solo es posible si tenemos a Cristo por único Pastor y Maestro.